BASES
DE LA PAREJA
Por:
José Rafael Olivieri
Podría hablarse que desde el
comienzo mismo de la raza humana, en su necesidad de establecer vínculos con
sus semejantes, uno de los más fundamentales ha sido el de establecer
relaciones interpersonales signadas por el afecto, particularmente en este caso
concreto, el amor de pareja, que, de todas las posibles relaciones que llevan
este sello, la relación marital es quizás la más importante, para una gran
mayoría de seres humanos. Sin embargo, al parecer, no deja de ser cierto que
este tipo de relación entre él y ella, por una multitud de situaciones tanto de
índole personal como social, cultural, histórica y de género, termina siendo a
la vez paradójica, pues parece ser que, simultáneamente es la que más
satisfacciones produce a la pareja, como es a la vez, la que igualmente más
conflictos, tanto intra como interindividual, proporciona. Como señala Gray
(1992) “crear una relación afectuosa puede presentar a veces cierto número de
escollos. Los problemas son inevitables, Pero estos problemas pueden ser o bien
fuentes de resentimiento y rechazo o bien oportunidades para profundizar una
relación íntima e intensificar el amor, el cuidado y la confianza” (p.21). Más
aún, en palabras de Martínez,
J.M. (2006) “la relación de pareja es la resultante de un equilibrio de fuerzas
antagónicas. Unas que tienden a unir a los miembros de la relación, a las que
llamo fuerzas de cohesión, y otras,
que impulsan su separación: las fuerzas
de disociación” (p.79).
De esta forma, ambos elementos:
satisfacción y conflicto (cohesión y
disociación), están permanente presentes en toda relación de pareja, desde
su inicio, ya sea marital o no. Pues en la relación diádica dichos elementos
influyen directa y constantemente en el mencionado equilibrio de la pareja, lo
que llevaría a un adecuado ajuste marital (acoplarse el uno al otro). Lo
importante de este ajuste es que no sólo es de la pareja como tal, sino que
impacta en forma individual a cada miembro de la pareja, pues ambos participantes
de la díada, dadas sus características personales, en su totalidad, tendrán sus
propias expectativas y pautas de referencia, con relación a su sensación y
percepción del ajuste o no con su pareja.
Por ello, el manejo tanto de la satisfacción como del conflicto, debe
formar parte importante del proceso de ajuste marital en la pareja, pues es
deseable que en la misma exista la promesa de compartir el mundo bajo una
premisa de crecimiento, unidad y cambio continuos, y de allí, ha de surgir la
necesidad de un proceso de ajuste marital, igualmente continuo durante todas
las etapas de la pareja.
En este
sentido, muchos son los elementos que se encuentran involucrados en el proceso
del ajuste marital, los cuales, como se indicó, abarcan por igual tanto a cada
miembro de la díada, como a la relación marital como unidad (1 + 1 = 1). Tales
elementos, en lo que respecta a los aspectos individuales de cada uno por
separado, incluyen igualmente para ambos, entre otras, las características
propias de crianza, socialización, educación, sistema de creencias, capacidades
cognitivas, emocionales y psicológicas de cada uno, es decir, cada miembro de
la relación, tiene su propia historia personal, y que a su vez, han servido
para constituirla como la persona que actualmente es. En este sentido, cada uno
de ellos es una persona completa, integrada, que aportará a la relación de su
propia experiencia de vida y lo compartirá con el otro (sea para bien o para
mal).
De
igual manera, así como son importantes los aspectos individuales de cada
miembro, igualmente lo es la unidad que forman como pareja, y que al margen, de
estar o no, legalmente constituidos en un matrimonio, deberán transitar juntos
por un tiempo indefinido (preferiblemente permanente), de la forma más armónica
posible, para que así puedan constituirse en la pareja o en el matrimonio que,
en principio, ambos anhelan. De forma tal que, para lograr un adecuado proceso
de ajuste marital en la pareja, será necesario considerar también un aspecto
importante, el cual puede englobarse como ‘información adecuada’ tanto de, como
sobre y para la pareja. Comunicación que indudablemente debe estar marcada por
la honestidad mutua, donde incluso se permite “obviar cierta información” si
con ello se evita un daño a la pareja. No hablo de mentir para tapar un error
que me pertenece, sino de proteger a mi pareja de información que no necesita
y, que de tenerla, solamente causaría más daño que lo pudiese solucionar. Es
una delgada línea que muchas veces puede ser mal interpretada y, causar más problemas
de los que se quieren evitar, pero igualmente es parte de este proceso de
ajuste. Por eso, tratándose de un proceso adaptativo, es requisito, altamente
recomendable, la inclusión de los diversos aspectos de relevancia relacionados
con la comunicación, elemento sin comparación en el arte de negociar de la
pareja, no sólo como medio diario de compartir, sino, por demás crítico en la
búsqueda de soluciones frente a los conflictos, que inevitablemente, surgen en
toda relación, y mucho más en la relación marital.
En la estructuración de una base
para la pareja es necesario considerar los tópicos relacionados con las
individualidades, semejanzas y diferencias entre Él y Ella, como dos visiones
del mundo que necesitan acoplarse a través de la comprensión mutua del uno para
con el otro. Los aspectos propios de la pareja, un vínculo anhelado por una
gran mayoría de seres humanos, que como señala Fromm (1982) sienten que “La
necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su
separatidad, de abandonar la prisión de su soledad” (p.20).
…
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Referencias
Fromm, E. (1982). El arte de amar. España: Ediciones Paidos.
Gray, J.
(1992). Los hombres son de Marte, las
mujeres son de Venus. NY,
USA: HarperCollins Publishers Inc.
Martínez, J.M. (2006). Amores que duran… y duran... y duran. México: Editorial Pax.
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