miércoles, 20 de mayo de 2020

LA SOLEDAD: Decisión, Sentimiento, Prisión o Destino final

LA SOLEDAD: Decisión, Sentimiento, Prisión o Destino final

Por: José Rafael Olivieri Delgado

(febrero 2014, modificado mayo 2020)

 

“La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad” Fromm (1982, p.20).

  

“Es la guerra del alma.” … Así definí hace ya muchos años, en mi adolescencia, mi propia sensación de soledad. Todos somos Seres Humanos y lo más importante que nos define es nuestra estructura emocional, en ella, tenemos un inmenso universo compuesto de muy diferentes emociones y sentimientos. A través de nuestro proceso de vida y experiencias, hemos aprendido a valorar dichas emociones, a unas como positivas y, a otras, como negativas. Por supuesto, tal valoración, es desde la perspectiva en la cual medimos nuestras emociones, tan simplemente como buenas y malas, en función de cómo nos sentimos física, emocional y espiritualmente (realmente son mucho más complejas que eso… pero esa es harina de otro costal). Sin embargo, si algún sentimiento, desde un contexto negativo, es más terrible y destructivo… Esa es precisamente, la soledad.

Mi soledad se siente en: la percepción emocional de la existencia de un vacío sin fondo. La sensación de un miedo aterrador. La falta del contacto con el otro La ausencia de la esperanza. La carencia de amor (a mí mismo y del otro). La oscuridad de un futuro con un destino distinto a nuestros sueños y anhelos. El no disfrutar de quién soy y de lo que tengo… Son todas ellas expresiones que hablan de esa ‘guerra del alma’, que indudablemente sentimos casi todos los seres humanos, cuando hemos pasado por nuestros diferentes momentos de soledad.

Lamentablemente esa es una realidad, porque es un hecho irrefutable e ineludible que la soledad es una experiencia emocional inevitable y fundamental de todo Ser Humano, tanto para su autodestrucción (contexto negativo), como para poder lograr creaciones y experiencias sublimes, dignas de los mayores logros humanos (contexto positivo). Ambos extremos son una verdad tangible, como lo hemos podido apreciar a través de toda nuestra historia humana. Por ello, y desde la mirada de lo negativo, el subtítulo de este texto: “Decisión, Sentimiento, Prisión o Destino final”, los cuales representan varias opciones de por qué la soledad humana, no es más que una expresión de mi propio miedo a la vida y a vivir…

Desde el principio de la humanidad (recordemos la historia de Adán y Eva), el Ser Humano ha sentido la soledad y, peor aún, se ha sentido solo. Pero en ninguna otra época como en nuestra historia presente, esto se ha hecho más patético. Hoy nos domina la creencia más garrafal que tenemos (si no todos, si la inmensa mayoría). Esta es: que, al ser una persona adulta, consideramos y defendemos, a costa de lo que sea, el hecho de estar obligados a cumplir con las cualidades de ser absolutamente ‘independientes’.

Peor aún, si le sumamos a esto otra creencia aún más destructiva y castradora: la creencia de sentir que no necesitamos a nadie. Si esto llegase a ocurrir, entonces seríamos personas ‘dependientes’. Es esta mentalidad, esto sería nuestra peor falla individual, desde el contexto de nuestra ‘supuesta’ autonomía. Estas creencias absolutas de nuestro presente son las razones más básicas que nos explica el por qué, dicha inmensa mayoría, se está muriendo de soledad. Aún más perjudicial que lo anterior, por qué damos por completamente cierto que la única opción que tenemos, es que la soledad nos acompañará siempre en toda nuestra vida.

De igual manera, mucha de nuestra soledad se debe a la ‘maraña’ de sentimientos y emociones que nos abruman día a día, donde muchas veces, no sabemos ni manejarlas ni interpretarlas en nuestro contexto personal. Con respecto a esto, en su libro Martínez (2006) señala que con todas las explicaciones y descripciones que, tantos autores “bien intencionados”, han hecho sobre los sentimientos y emociones que sentimos y vivimos. La mayoría de las personas no saben a ciencia cierta, si son verdaderos los sentimientos que sienten o qué y cómo deberían sentirse con cada uno de ellos (p. 38). Algo similar pasa con el sentimiento de la soledad, una inmensa mayoría no están seguros de qué es o de cómo se deberían sentir con la misma, a pesar de lo que están viviendo y sintiendo continuamente.

En principio, la razón de lo anterior se debe al hecho de ser una experiencia emocional totalmente individual e intransferible, que se aplica básicamente a cualquier emoción o sentimiento. Esto es debido a la realidad en la cual, cada persona en este planeta tiene su propia y única forma de sentir sus propios pensamientos, sentimientos y acciones. Donde lo seguro es, independientemente de los elementos comunes de las emociones, que tu experiencia es totalmente individual e irrepetible, completamente personal, con lo cual, absolutamente nadie más puede vivirla según tu propia percepción e interpretación.

Por ello, lo que cualquier otro te diga con base en tus sentimientos (incluso Yo aquí), estará matizado por su propia vivencia y comprensión de ellos; o cuando mucho, será un arduo trabajo estadístico que no se iguala a lo que tú realmente sientes. Si bien es cierto que, manejamos y sentimos cosas parecidas, ya que, al fin y al cabo, todos somos humanos, la realidad emocional de cada persona es única, está basada en su propio proceso particular de aprendizaje experiencial a lo largo de su vida.

 

¿Qué es la Soledad?:

Aprovechando esta duda, revisé el diccionario (DRAE, 2001) que dice que la palabra soledad “viene del latín ‘solitas’: Carencia voluntaria o involuntaria de compañía”. Dicha definición me hace suponer y entender que la soledad, ocurre o se siente, cuando no tienes la compañía de otra persona. Pero para variar, yo no estoy totalmente de acuerdo con esto. En mi criterio, la soledad entre otras varias razones emocionales, prioritariamente, es una falta de amor… (ya sé, de seguro pensaste: obvio, ¡Si no tienes quien te ame, estás solo!).

Sin embargo, no me refiero al amor de los otros, en realidad en lo que pienso es en el amor a mí mismo, más que al hecho de estar o no acompañado por otra(s) persona(s). Ciertamente, tener una pareja, en mi opinión, es fundamental para tener una vida integral, pero, hay personas que aún en pareja se sienten solas. Por eso, para mí, el hecho de sentirte solo es mucho más profundo que eso de estar o no acompañado.

Quizás recuerdes que muchos autores han dicho: “… que puedes estar entre un millón de personas y sentirte solo ...” (s/r). Es decir, yo pienso que lo que me produce el sentimiento de soledad, no se trata y no tiene nada que ver con la razón de tener o no, la compañía de otra persona a mi lado. Para mí, la razón está en que: ¡La soledad es un proceso emocional de falta de amor a mí mismo, prioritariamente! Desde esta perspectiva (del no amarme a mí mismo), es que se derivan la inmensa mayoría de todos nuestros problemas y conflictos emocionales, entre ellos, precisamente, la soledad.

En pocas palabras, estoy y/o me siento solo, por el simple hecho de no saber amarme a mí mismo. Porque al no amarme, en primer lugar, ni puedo disfrutar de mi propia compañía, ni me encuentro a gusto conmigo mismo. Por ello, no importa que esté acompañado, y diga que le doy amor a la otra persona. Una cosa es segura, eso que doy, no será un amor auténtico, podrá ser de cualquier otra clase de amor, pero, auténtico no será.

Por esta misma razón, tampoco podré disfrutar de la persona con la que estoy. Esto me recuerda este fragmento: “—¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto ... —También se está solo donde los hombres —afirmó la serpiente.” (Antoine De Saint-Exupéry, 1943). La soledad es un proceso emocional que me pertenece a mí, no al otro.

            ¡Ya está! Rafael metiéndose de nuevo en profundidades complejas. Pues sí, no se trata de complicar más lo que ya de por sí es complicado, sino de darle una visión diferente para que (indudablemente, desde mi propia perspectiva), puedas entender, manejar y sobre todo resolver tu propio sentimiento de soledad. Porque déjame decirte que: así como tú eres el único responsable de tus sentimientos, tu soledad es responsabilidad exclusivamente tuya, ¡Es lo que tú sientes! …

Haz el ejercicio o, tómate el tiempo para revisar libros especializados, literatura en general, el internet (seguro debe haber más de un Blog sobre la soledad), y es muy posible que, en casi todos, encontrarás una definición general, más o menos en los mismos términos. Por ejemplo, la del diccionario: ‘no tienes a otra persona cerca’, lo cual en sí mismo, define apenas un tipo de soledad, como lo es la soledad física (ausencia de compañía de otra persona…, incluso, de mascotas).

Entender qué es la soledad, obligatoriamente comienza por comprender que es imposible pasar por la vida sin sentirse solo, no en un único momento, sino en muchos fragmentos de tiempo durante nuestra vida. La soledad, como cualquier sentimiento o emoción, está atada a toda mi estructura emocional, no es un ente aislado… (¡la soledad no está sola!). Al igual que la alegría, la tristeza, la rabia…, que se repiten innumerables veces, y por muchas situaciones diferentes, también la soledad se presenta en diferentes situaciones y contextos emocionales muy diversos. En todos ellos ¡tú eres el protagonista de tus emociones y de lo que decides sentir!

Desde esta perspectiva, la soledad no es un sentimiento ni sencillo ni básico, por el contrario, tiene implícita una complejidad importante asociada a todo el proceso individual de formación emocional único de cada persona.

Como parte de mi educación psicológica (no me canso de repetir que) para mí, las raíces y orígenes de lo emocional, están íntimamente relacionadas con nuestro aprendizaje infantil personal. Es en esa etapa donde, precisamente, lo emocional fue prioritario y decisivo para la construcción de quién soy. E igualmente, las evaluaciones y decisiones (conscientes e inconscientes) que hayamos tomado en dicho período de vida, incluyendo las consecuencias e implicaciones de mi realidad emocional actual. Por esta misma razón, la soledad es diferente en cada persona, tanto desde su forma de sentirla, vivirla, experimentarla…, como desde las consecuencias que definen la actuación de dicha persona, en cualquier momento de su vida, frente a su propia soledad.

TE INVITO A CONTINUAR LEYENDO ESTE TEMA EN MI LIBRO:

 

FRAGMENTOS DEL CONSULTORIO PSICOLÓGICO 1

 

PUEDES ADQUIRIRLO A TRAVÉS DE:

 

www.amazon.com/author/jrodlibros

 


 

Referencias:

Berne, E. (1979). ¿Qué dice usted después de decir hola? 9na ed., Barcelona. Ed. Grijalbo

Ellison, C. http://www.tunuevaalegria.com.ve /Predicas/pred_coensol.html. (Recuperado enero 2014)

Fromm, E. (1982). El arte de amar. España: Ediciones Paidos.

Martínez, J.M. (2006). Amores que duran… y duran... y duran. México: Editorial Pax.

Saint-Exupéry, A. (1943). El Principito, Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A.: Barcelona.

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA.