viernes, 28 de noviembre de 2014

¿NOS CASAMOS?, ¿Vivimos con mis padres? (para fracasar)

¿NOS CASAMOS?, ¿Vivimos con mis padres? (para fracasar)

Por: José Rafael Olivieri Delgado (noviembre 2014)

 

“Para recuperar estímulos, las madres y los padres a veces interfieren y desorganizan el matrimonio de los hijos. Hacen esto porque tienen miedo de perder la fuente de estímulos que son los hijos” (Shinyashiki, 1993, p. 15)

 

         Cada vez es más frecuente que las parejas que se quieren unir ‘a largo plazo’, establezcan como decisión la de vivir juntos sin ‘las complicaciones del matrimonio’, en lo que hemos llamado ‘unión libre o unión de hecho’ (anteriormente concubinato). Incluso, no solamente se aprecia esto en las parejas jóvenes, sino que también se ha vuelto cotidiano en aquellas parejas que ya han vivido anteriormente una relación marital (independientemente de su clase), y aunque no han logrado permanecer en la misma, desean establecer una nueva relación. Las razones para establecer estas uniones libres son muy variadas, pero aquí no voy a entrar en los detalles de ellas (aunque como ya saben, los conflictos emocionales son la base de ello, igual que la prohibición de pareja).

La intención básica del vínculo de pareja en esta nueva cotidianidad es lograr la unión al margen del contrato matrimonial, y muy especialmente, sin ningún tipo de ataduras ni legales ni económicas, para cuando llegue el momento de fracasar. Lo que me interesa resaltar aquí en este instante, es que estas parejas por razones emocionales (en su mayoría inconscientes), no tienen ningún interés real en establecer el compromiso y la responsabilidad que representa una relación matrimonial formal de largo plazo.

Lamentablemente, es todo lo contrario, el pensamiento (inconsciente de ambos) es que al primer problema ‘lo dejamos hasta aquí y cada uno por su lado’. Dicha ruptura de esta relación por lo general representa en algunos casos, el tener que regresarse a la casa de sus padres (aunque esto depende del modelo cultural y de los conflictos emocionales presentes).

A pesar de esta realidad (cada vez más en aumento) de la destrucción del vínculo matrimonial (y de estas relaciones de parejas actuales). No sería justo si no reconociera que existen varias parejas que llevan una vida en concubinato, mejor y más duradera que la de muchos matrimonios formales, con hijos y con todos los aspectos del matrimonio tradicional, sin el respectivo contrato legal. No obstante, y en mi criterio, considero que es casi seguro, particularmente en el caso de las mujeres que, si les preguntas, muy cerca del 100% te responderían que quisieran estar casadas formalmente (es un sueño infantil muy profundo en la mayoría de ellas, relacionado con los cuentos de las princesas).

Igualmente, en mi opinión, lo cierto es que el famoso cuestionamiento que existe tan frecuentemente, con respecto al matrimonio como ‘institución obsoleta y pasada de moda’, no es otra cosa sino realmente una gigantesca ‘Prohibición de Pareja’ en ambos miembros de la relación. La cual, aunque no deja de ser inconsciente, se esconde tras la pasión del uno por el otro y se encarga de disimular y ocultar lo que está a la vista: el futuro de ruptura de dicha relación.

Por mi parte, yo comparto la opinión en la cual el matrimonio realmente fue concebido por Dios para toda la vida, como protección del Hombre, de la Mujer y de sus hijos, tal como señala Génesis 2:24 al decir: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (RVR 60). Y Mateo 19:6 complementando esto añade: “Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.” (NVI). Esto por supuesto levanta ‘ronchas’, dado que las tasas de destrucción de parejas aumentan cada día más (en cualquiera de sus formas).

            Anteriormente lo he mencionado en varias oportunidades, una ‘Prohibición de Pareja’ no necesariamente significa que no voy a tener pareja, incluso, la persona se puede casar (o ‘juntar’) hasta varias veces si quiere. Solamente en los casos más extremos y conflictivos, la ‘prohibición’ significa realmente el no tener pareja en absoluto (en muchos casos esta persona sí tiene sexo, y con varios, pero no una pareja). En realidad, lo frecuente es que la ‘prohibición’ lo que determina es que: esa persona nunca va a permanecer ni a disfrutar de una relación duradera con una misma pareja, sino que, por el contrario, terminará toda relación que establezca, por infinitos motivos (para ella justificados), pero la terminará.

De hecho, es casi seguro que terminará su vida solo(a). Entiendan, en líneas generales nadie quiere esto para su vida, pero la programación emocional inconsciente, los va a obligar a actuar y a concretar tan trágico final, a menos que por supuesto, realmente logren un cambio emocional de estos mandatos y prohibiciones.

De igual manera para mi criterio, la mayor falla de nosotros es nuestra falta de conocimiento en muchos temas, particularmente en lo emocional y lo espiritual, por eso pienso que es probable que estas personas nunca hayan leído la exhortación del versículo de Proverbios 5:18 que dice: “Que tu esposa sea una fuente de bendición para ti. Alégrate con la esposa de tu juventud” (NTV). En mi limitada interpretación de este, por si no lo comprenden, lo que este texto quiere decirles a ambos es: ‘cásate en tu juventud y vive en bendición y alegría con la misma persona por el resto de tu vida’ (digamos que este es el plan original de Dios para todo Ser Humano).

Esta falta de conocimiento de la cual hablo, también se refiere a todos los aprendizajes emocionales no adecuados o distorsionados que recibimos de nuestras figuras parentales, y de todo nuestro medio externo en general, mayormente durante nuestra etapa infantil de formación (nuestros “argumentos, guiones, mandatos, atribuciones” y prohibiciones como tales, de las cuales habla Berne (1974), lo cual constituye en líneas generales nuestro mundo de conflictos emocionales).

Entendamos también que la ‘prohibición de pareja’ no es un conflicto de uno solo de los cónyuges, sino muy por el contrario, está presente y pertenece a ambos (50% y 50%). Ambos la actúan por igual para llevarla a cabo, tiene que ser así, porque de lo contrario no se unirían para posteriormente destruir dicha relación. En mi criterio, la unión de las parejas se lleva a cabo desde el mundo inconsciente, en él están establecidos los parámetros de selección, unión y destrucción del vínculo de pareja. Ambos integrantes de la pareja han de compartir y complementarse en los mismos elementos del conflicto para que pueda darse la relación, en caso contrario no se daría tal relación. De hecho, cada uno tiene su propio ‘sistema’ de conflictos emocionales, los cuales se unen en esos puntos comunes.

Por otra parte, en lo emocional existen muchísimas formas diferentes (gestos, conductas, modelos, palabras, manipulaciones, …) y miles de situaciones particulares, para poder invitar a un hijo a que tome tal decisión de prohibición, así como su conflictividad en general. Lo importante de recordar, es que la clave de esta decisión es y será siempre, responsabilidad de cada persona, no de sus padres. Por lo tanto, el cambio de tal prohibición pertenece a ti mismo(a), no a tus padres, lo que ellos hayan hecho ya pertenece al pasado y a los conflictos de ellos. Esta excusa de culparlos a ellos ya no te sirve, es solamente un pretexto tuyo para continuar con tu prohibición y tus conflictos, así como no involucrarte y trabajar en tus cambios emocionales.

Indudablemente, debido a la gigantesca cantidad de conflictos emocionales que la gran mayoría de las personas tienen actualmente. Además de una presión desbordada de casi todos los medios sociales externos, en contra del matrimonio y de las relaciones a largo plazo, lo cual se traduce en que una relación matrimonial duradera, es cada día más imposible de lograr. De hecho, hoy en día las relaciones de este tipo tienden a durar cada día menos. Eso de ver parejas de 50 años juntos se ha ido extinguiendo paulatinamente, ha ido disminuyendo lentamente: 40, … 30, … 20, … 10, … 5, el promedio actual ronda los 10 años, pero pocas parejas lo logran.

Ahora bien, uno de estos modelos ‘prohibidores’ de pareja, es precisamente el que corresponde a este texto. Aunque ya lo indiqué como una realidad, gran cantidad de parejas prefieren la opción de ‘juntarse’, pero vamos a permitirnos fantasear un poco, e imaginemos la siguiente escena: Él lleva a Ella a un lugar romántico, … unas copas de vino, … una cena espectacular, … música suave, … y de postre, … Él le pregunta a Ella: ¿Te gustaría casarte conmigo? A lo que ella muy emociona y superfeliz, le contesta que ‘SI’. Bien, tenemos una pareja comprometida para casarse. Empiezan los preparativos… la Iglesia, … el salón de fiesta, … padrinos, … invitados, … el lugar de la luna de miel, … y en algún momento se hacen la pregunta crucial: ¿Dónde vamos a vivir?

        Permíteme poner en contexto la respuesta a esta pregunta clave de la gran mayoría de las parejas, las cuales desean consolidar una relación permanente viviendo juntos (matrimonio o no). Empecemos por una primera aproximación usando el refrán popular “El casado casa quiere”, pues es el ideal y es ¡lo que debería ser! Esa será la primera opción que van a evaluar, buscar ‘su propio lugar’.

Pero pronto van a aparecer una serie de argumentos y justificaciones, todos aparentemente lógicos y muy de acuerdo con las circunstancias de la realidad, las cuales van a terminar descartando esta opción de vivir independientes en su propia casa. Indudablemente, nadie está pensando y mucho menos dándose cuenta, que los argumentos inconscientes (de ambos), son los que se van a encargar de anular tanto esta opción de la vivienda propia, como la siguiente de alquilar. 

Desconozco en el resto del mundo (aunque imagino que habrá criterios comunes), pero en Venezuela dada la situación política y económica … alta hiperinflación … sueldos bajos … costos de vivienda por las nubes … además del miedo de la mayoría de los propietarios de alquilar sus propiedades (anexo, apartamento (piso)), no sea que no pueda sacar al inquilino, que lo invadan o simplemente se lo destruyan … En dicho país la Ley protege al inquilino, no al dueño … algo parecido a los ‘okupas’ en España y a unas leyes de Francia.

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Referencias:

Berne, E. (1974) ¿Qué dice usted después de decir hola? España. Grijalbo

Shinyashiki, R. (1993). La caricia esencial. Una psicología del afecto. Colombia: Editorial Norma

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA

 

viernes, 29 de agosto de 2014

EL PATITO FEO: ¿Es una realidad que son hijos destinados a fracasar?

EL PATITO FEO: ¿Es una realidad que son hijos destinados a fracasar?

Por: José Rafael Olivieri Delgado (agosto 2014)

 

“El pobre patito no sabía dónde meterse. Sentíase terriblemente abatido, por ser tan feo y porque todo el mundo se burlaba de él en el corral.” Hans Christian Andersen (1843)

 

          Sin duda alguna el reto más grande que tiene todo paciente en su proceso terapéutico es el de tomar su decisión de cambiar emocionalmente y en especial, de llevar a la práctica dicho cambio haciéndolo realidad. La gran mayoría de ellos vienen al consultorio con esa idea, más aún, anhelan ese cambio muchas veces desesperadamente, pues su forma de vivir, sus circunstancias de cada día e incluso las consecuencias de estas, así se lo hacen sentir. Usualmente dicha necesidad de cambio ocurre cuando sienten que han llegado a la comprensión y al hecho de aceptar, que realmente existe ‘algo malo’ en sus vidas, en sus relaciones interpersonales y en sí mismos. De igual manera, ocurre frecuentemente que a pesar de haberlo intentado y de quererlo, no han podido resolverlo por sí solos, llegando a entender y reconocer que necesitan ayuda para ello.

Sin embargo, una realidad a la cual nos enfrentamos en este escenario del consultorio es que de todos los posibles cambios que podemos lograr, el cambio psicológico (el cambio emocional) es el más difícil de conseguir, pero ¡No es imposible! Cambiar es una realidad palpable de la capacidad humana, y del poder emocional contenido en el diseño de Dios para la mente humana.

Lo que suele suceder frecuentemente, es que este cambio exige una cuota de sacrificio a veces muy alta. En la gran mayoría de los casos, ‘parece’ imposible para muchos de los pacientes, ya que el ‘costo de la inversión’ en tiempo, esfuerzo, dolor y dinero les parece un costo muy alto, comparado con su sufrimiento, y a veces sienten que está más allá de sus posibilidades para alcanzarlo.

Sin llegar a ser dramáticos, en dicha decisión de cambiar o no, se juegan su propia vida y su felicidad con base en esa percepción, a veces inadecuada, de lo posible y lo imposible de lograr dicho proceso. Ello me recuerda la afirmación de Mateo 22:14 que dice: “Pues muchos son los llamados, pero pocos los elegidos” (NTV). Todos tenemos el potencial, todos podemos cambiar, todos podemos decidir triunfar, pero tenemos que hacernos dueños de esta realidad, tenemos que poner más que nuestro simple deseo de quererlo y tenemos que esforzarnos para lograrlo en nuestro propio tiempo. Tenemos que asumir el costo y el pago de ello.

De igual manera, es obligatorio y necesario consolidar un compromiso y una responsabilidad absoluta conmigo mismo para lograrlo, no es el otro, soy YO. Porque es una verdad absoluta que hasta el “Patito Feo”, se puede transformar en el más hermoso cisne del estanque. ¡El reto es que tú lo logres!

            Los cuentos infantiles de Andersen son conocidos mundialmente, uno de ellos es precisamente el del “Patito Feo” (1843), y en el texto de este me apoyo para escribir esta reflexión. Ahora bien, ¿Cuál es el primer punto por entender del cuento de Andersen?, pues simple: ¿Quién es el Patito Feo? A ciencia cierta el “Patito Feo” representa los sentimientos negativos de autovaloración de una inmensa mayoría de los niños de nuestro planeta entero (así como de una inmensa mayoría de adultos en la actualidad).

Ciertamente, una de las primeras condiciones del hecho de ser niño, es la sensación de dependencia obligatoria de sus ‘Figuras Parentales’ (de las cuales los más importantes son Papá y Mamá). Este criterio de dependencia no se refiere únicamente a lo material (casa, alimento, ropa, educación, juguetes…) sino a lo más importante de todo: a una dependencia afectiva y emocional (una relación de amor verdadero diría José Rafael).

Dicha dependencia obliga a que la autovaloración del niño (su autoestima, autoconcepto y autoimagen), esté dirigida y controlada por sus figuras parentales, con base en la calidad del ‘amor’ que le dan a dicho niño. Ellos son quienes le dicen al niño quién es, qué debe sentir, cómo debe pensar, qué debe expresar y fundamentalmente, si es aprobado o rechazado por ellos. En la gran mayoría de los casos, el niño lo acepta tal y como se lo dan (sea bueno o malo), sin cuestionamientos. Ello es debido a la inmensa necesidad de sentirse amado por sus figuras parentales (si siento que me aman tengo permiso para vivir, si siento que no me aman, tengo una invitación a morirme ‘física o emocionalmente’).

Tal y como está confirmado por muchísimos autores, el niño va a realizar una decisión y una definición emocional de: quién es, qué puede lograr, a dónde puede llegar y en esencia, según lo que él siente, va a definir toda su vida en función del resultado que obtiene de la valoración que le dan sus figuras parentales. En lenguaje más sencillo: va a definir su propia vida según se sienta o no amado por sus figuras parentales (si me aman: tengo permiso para triunfar, si NO me aman: tengo un mandato para fracasar). Pero ojo, una cosa muy distinta es lo que las figuras parentales ‘creen que dan’ y otra es la que el niño ‘siente que recibe’ de los mismos, ¡esa es la clave de la ecuación! Y en la gran mayoría de las veces la una y la otra son muy diferentes, y por lo general opuestas.

            Desde la perspectiva de las figuras parentales, pues no hay ni uno que no lo diga (hablo de personas ‘estables’), todos los padres afirman sin duda alguna que ‘sienten mucho amor’ y que ‘quieren lo mejor’ para sus hijos (incluso los asesinos en serie los dicen). Pero la realidad práctica de la vida es muy diferente, dado que el trato que le dan a sus hijos, por lo general está muy lejos de los parámetros de lo que es el amor sano. Imagino que de allí viene la expresión popular “amores que matan”. Lo cierto es que todos los seres humanos tenemos un lado bueno y otro ‘no tan bueno’. Como nos narra Marcos 10:18 “¿Por qué me llamas bueno? - Preguntó Jesús -. Sólo Dios es verdaderamente bueno” (NTV). El problema está en que el balance mental y emocional del “Patito Feo”, siempre termina del lado ¡NO TAN BUENO!

La conclusión del “Patito Feo”, tanto en su Sistema de Creencias Emocionales como en su Sistema de Autoestima, es que él se siente ‘FEO’ ¡Obvio no! Estos dos sistemas son los más fundamentales y decisorios en el proceso de definir la personalidad de cada individuo. En la combinación de ambos sistemas están todas las potencialidades de triunfar o de fracasar en la vida. Los mensajes de las Creencias y de la Autoestima puede permitir a una persona llegar a las estrellas o hundirse en las profundidades del fracaso. Ambos sistemas contienen a la vez todos los permisos para triunfar como todas las prohibiciones para no lograrlo, todas las capacidades y a la vez todos los obstáculos para no poder alcanzar su realización personal, o para encerrarse en el rol del “Patito Feo”.

Un problema de ambos sistemas es que la inmensa mayoría de los mensajes que contienen, están grabados en el mundo mental inconsciente, del cual tenemos muy poca conciencia. Pero, emocionalmente hablando, ¿Qué es sentirse feo? Por ejemplo, Goethe afirmó: “Lo peor que puede ocurrirle al hombre es llegar a pensar mal de sí mismo” (s/r). Allí está en pocas palabras la respuesta, el “Patito Feo” se percibe, se siente, se piensa, se valora y se ama a sí mismo MAL.

Su autoimagen está destruida, todo con respecto a sí mismo está mal, y sus Creencias y conductas respaldan toda esta valoración emocional negativa. ¡Claro! Si su verdad es que “… el pobre patito que había salido el último del cascarón, y que tan feo les parecía a todos, no recibió más que picotazos, empujones y burlas, lo mismo de los patos que de las gallinas. - ¡Qué feo es! - decían.” Andersen (1843). ¿Cuántos de Ustedes no tienen esa misma sensación infantil? (y ¿Cuál tienes ahora en tu vida adulta?).

            Por otra parte, todo esto es en realidad un poco más profundo, pues hay varias clases de “Patito Feo”. Por ejemplo, en la teoría del Análisis Transaccional de Berne (1964), y otros autores como: Kertész (1980) y Harris (1969), presentan la existencia de tres modelos argumentales: Perdedor, No Perdedor y Ganador los cuales invitan al modelo de “Patito Feo”. Los dos primeros son los que más se ajustan a la descripción de nuestro personaje, sin embargo, los tres modelos son inadecuados (desafortunados), en el “Patito Feo Ganador” el mismo responde con rabia y agresión hacia los otros, con lo cual rechaza y es rechazado por los demás.

Estos modelos están estructurados en las decisiones infantiles que toma cada “Patito Feo”, con base en sus características emocionales particulares y especialmente, en función de las consecuencias de sus relaciones no adecuadas con sus figuras parentales (maltratos, agresión, descalificación, desamor, abandono…).

Son modelos “adaptados” para buscar la manera de cómo conseguir que esas figuras parentales me quieran, me acepten y me valoren adecuadamente. Aunque como está claro, dicha adaptación realmente no me permite recibir lo adecuado (es decir: lo bueno, lo sano), sino que termina siendo un mecanismo defensivo para poder sobrevivir con lo que me están dando mis figuras. Dichos modelos están basados en una decisión de supervivencia de ‘complacerlos a ellos’, para ser YO, lo que ellos ‘quieren que YO sea’, lo contrario sería aceptar una sentencia de muerte.

Por supuesto, ninguna figura parental va a aceptar esto, porque ‘yo amo y quiero lo mejor para mis hijos’. Como he dicho: una cosa muy distinta es lo que yo pienso, y otra es, lo que yo actúo, cuando hablamos de los conflictos emocionales y del mundo de los procesos inconscientes. En mi criterio, la realidad es que toda relación es 50% y 50%.

Los “Patito Feo” aparte de ser una autodecisión, son producto de las manipulaciones de las propias necesidades y expectativas de esas figuras parentales, en relación con lo que quieren y aspiran, desde sus propios conflictos emocionales, de y para cada uno de sus hijos. Diría el refrán popular “El niño que llora y la mamá que lo pellizca”. Ciertamente cada uno de esos “Patito Feo”, tiene sus propias características y su propia forma de adaptarse a su modelo de vida. Si existe algo que no pueden destruir las figuras parentales, por más que se esfuercen, es el hecho real en el cual cada uno de nosotros es único, incluso si decidimos entrar en el rol del “Patito Feo”.

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Referencias:

 

Berne, E. (1974) ¿Qué dice usted después de decir hola? España. Grijalbo

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA

WEB:http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/el_patito_feo.htm. Recuperado 26/08/2014





jueves, 31 de julio de 2014

EL DUELO: Proceso de adquirir para aprender a vivir sin lo perdido

EL DUELO: El proceso de adquirir para aprender a vivir sin lo perdido

Por: José Rafael Olivieri Delgado (julio 2014)

 

“Cada pérdida, por pequeña que sea, implica la necesidad de hacer una elaboración; 

no sólo las grandes pérdidas generan duelos sino que, 

repito,TODA pérdida lo implica” (Bucay, 2007, p. 4)

 

No es nuevo en mi práctica como Psicólogo, el comentar acerca de los diversos temas e inquietudes que mis pacientes tratan durante su terapia en el consultorio. A veces uno de los temas más repetitivos, es precisamente, la elaboración de un proceso de duelo, el cual deben vivir frente a sus diferentes pérdidas. El conversar acerca de este tópico no tiene la intención de venir a realizar un tratado sobre el duelo en este texto, por el contrario, me voy a limitar a resumir y a condensar no solamente lo aprendido con mis pacientes, sino también una pequeña porción de lo adquirido de los cientos de autores como Robert Neymeyer; Lelia Nomen; Anji Carmelo; Pedro Alcalá; Elisabeth Kübler-Ross; William Worden, entre otros, quienes ya han escrito ampliamente sobre el tema.

Uno de los más reciente que he revisado es la reimpresión del 2007 del libro: “El camino de las Lágrimas” de Jorge Bucay, del cual utilizo algunas referencias, y si les interesa profundizar en el tema, se los recomiendo ampliamente. Este autor enfatiza que frente a cualquier pérdida (material, emocional, sentimental, personal, física…), se requiere que elaboremos un proceso de duelo cuya finalidad es la de aprender a vivir sin lo que he perdido. Bucay (2007) nos dice: “cuando algo cambia, cuando el otro parte, cuando la situación se acaba, cuando ya no tengo aquello que tenía o creía que tenía o cuando me doy cuenta de que nunca tendré lo que esperaba tener algún día” (pp. 27-28). Todo esto implica una pérdida y requiere de un proceso de duelo necesario para poder soltar aquello que hemos perdido.

Quizás el mayor factor común donde coinciden todos los autores de este tema es aquel en el cual definen al duelo como una de las experiencias obligatorias de la vida de todos los seres humanos (cuidado si no es la que más se repite en la vida emocional de todos nosotros). De igual manera, es el proceso que surge como reacción normal ante cualquier pérdida, es una respuesta emocional tanto inconsciente por todas sus características innatas, como consciente por todos los elementos aprendidos (culturales, familiares, religiosos…) asociados al mismo

 De hecho, el duelo es la reacción psicológica necesaria para poder elaborar, aceptar y resolver todo el proceso físico y emocional, que implica perder algo de importancia para mí, y poder así, aprender a vivir sin lo que he perdido. Permíteme poner como ejemplo de lo anterior, el concepto que nos presenta acerca del duelo la WEB de Wikipedia, cuya definición es: “El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida. Aunque convencionalmente se ha enfocado la respuesta emocional de la pérdida, el duelo también tiene una dimensión física, cognitiva, filosófica y de la conducta que es vital en el comportamiento humano” (Recuperado 25 julio 2014).

En este sentido, debemos tener la plena seguridad que ¡el duelo es un hecho inevitable de la vida humana! Este abarca todas las dimensiones posibles de la persona (pensamiento, emoción, acción y lo espiritual). No importa si dicha pérdida implica desde la simplicidad de un objeto cualquiera (ej. Un bolígrafo), hasta las más graves pérdidas como la muerte de una persona amada (la pareja, un padre o un hijo…). De esta manera el duelo se convierte en el proceso que ha sido diseñado (psicológica, física y espiritualmente), para enfrentar cualquier pérdida que hayamos sufrido.

Entre los resultados del duelo tenemos: poder elaborar y aceptar dicha pérdida, superar el dolor y todas las etapas emocionales del mismo, así como fundamentalmente poder recuperar el interés por la vida. En pocas palabras: Aprender a vivir sin lo que he perdido, sin lo que ya no está, sin lo que ya no tenemos, lo cual, en una inmensa mayoría de casos, no podremos sustituirlo ni reponerlo con nada ni con nadie.

Ciertamente, otra de las grandes verdades de este proceso es que ¡no todos los duelos son iguales! Dependerá de cada persona y de su propia unicidad, de la realidad de su propio YO, de cómo piensa, siente y actúa frente a la pérdida, de su conjunto de valores, principios, actitudes y particularmente de su sistema de creencias emocionales. Dependerá de si se trata de una pérdida ya sea real o imaginaria, de abandonos, de cambios físicos o emocionales, de renuncias, de si es por decisión propia o impuesta por eventos externos, de sí se trata de personas y del vínculo de afecto que los une a las mismas, de si son objetos materiales o incluso de si son sueños, ilusiones, esperanzas o deseos, los cuales muchas veces, duelen más que la pérdida de objetos o personas reales.

Como señala Bucay (2007) “porque un duelo siempre es algo personal y siempre lo va a ser… Cada uno de nuestros duelos es único y además irrepetible” (p. 44). ¿Por qué irrepetible? Nunca será la misma experiencia, nunca serán las mismas cosas o personas. Tan sencillo como que yo mismo nunca soy el mismo, mi ambiente cambia, mis sensaciones cambian, mis experiencias se transforman con cada nuevo aprendizaje. La máxima sigue siendo válida y también se aplica a los procesos de duelo: ‘nada en el universo permanece para siempre, todo cambia’.

            Partiendo de esta idea de que todo cambia, otra de las verdades del duelo es que ¡todo duelo tiene un final! Quizás esta verdad sea la más esperada por todos, aunque puede llegar a ser un poco más compleja, pues no se trata de una fecha fija. Dependiendo del compromiso emocional podemos cerrar el duelo, pero pueden quedar recuerdos que nada los borrará. Aquí podría pensar en la ‘teoría de la cicatriz’: ya no existe ni el dolor ni el sufrimiento, pero el recuerdo permanece guardado en nuestra memoria.

Si me permiten, pudiese hacer una ampliación de esta idea y decir: ‘el recuerdo permanece en nuestro amor’, sobre todo si me baso en lo dicho en 1 Corintios 13:8: “El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.” (NVI). Para poder llegar a entender esto, habría que estar en la piel de estas personas. También podríamos aplicar otra máxima al duelo: ‘todo lo que comienza tiene un final’. Cuando realizamos un proceso sano del duelo y completamos cada una de sus etapas, llegará el momento en que dicho duelo se termina, llega a su final.

Para lograr esto, el mejor aliado y requisito fundamental de todo duelo, es darle al duelo el tiempo que necesita, vivir un día a la vez. Como lo señala Cristo en Mateo 6:34: “Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes para hoy” (NTV). Con el tiempo todo se extingue, nada permanece, todo cambia. ¡Eso sí!, has de saber que el tiempo por sí solo no es suficiente, tú tienes que ejecutar las acciones que te corresponden, convertirte en un participante activo de tu proceso, en cada una de sus etapas. El tiempo será nuestro mejor aliado en cada situación.

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Referencias:

Bucay, J. (2007). El Camino de las Lágrimas. 2da edición. México: Editorial Océano.

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA

WEB: http://es.wikipedia.org/wiki/Duelo_(psicologia), recuperado: 25-jul-2014





lunes, 31 de marzo de 2014

UN HÉROE COMO TÚ: una canción, mil reflexiones

UN HÉROE COMO TÚ: una canción, mil reflexiones

Por José Rafael Olivieri Delgado (marzo 2014)

 

“Lo peor que puede ocurrirle al hombre es llegar a pensar mal de sí mismo” (Goethe)

 

         Sentado en mi consultorio me hice la siguiente pregunta: ¿Cómo poder expresar el infinito poder del espíritu humano, en su capacidad para lograr aquello que a veces hemos considerado imposible? La respuesta la encontré, como se encuentran muchas respuestas que no parecen tener solución: ¡por ‘caUsalidad’! Así de grande es la vida y su maravilla, nos toma desprevenidos, nos sacude, muchas veces violentamente, luego nos levanta y finalmente, después de haber aprendido la lección, nos da un propósito para continuar. Más ciertamente el trabajo no ha quedado completado todavía.

En ese punto y momento es donde nuestra mayor participación debe ser llevada a cabo, somos nosotros, individualmente, tú, yo, él, ella, quienes ahora debemos hacer algo fundamental por ‘el mí mismo’ que somos cada uno y que, en la mayoría de las veces, por no decir siempre, nos asusta y a veces nos paraliza. Ese hecho que es enteramente nuestra responsabilidad como individuos, llenos de libre albedrío y dominio propio, es la acción de tomar una decisión. ¡Y es esa decisión, la que nos convierte o no, en un héroe!

De esta manera, es en el caminar de la ‘causalidad’, que frecuentemente busco cosas nuevas para invitar a mis pacientes a crecer en su conocimiento, experiencias, emociones y en su espíritu, por ello fue por lo que me encontré con la canción denominada “Héroe”. Más, sin embargo, a pesar de utilizarla continuamente con mis pacientes, como buen psicólogo me he preguntado muchas veces: ¿Quién influyó sobre quién? (Yo sobre la canción o ella sobre mí).

Al margen de los aspectos legales o no que pueda tener, utilizo esta canción como ejemplo de los modelos comunicacionales con los cuales trabajo en el taller de Comunicación y Caricias Emocionales, los cuales ofrezco como parte de mis actividades profesionales. Pues no es solamente la aplicación y el uso que hago de ella, sino todo el proceso de transformación que una canción, de la talla de “Héroe”, puede causar en cada persona que la escucha con el ‘corazón’.

En la dinámica de este taller dicha canción provoca diferentes tipos de movimientos en las emociones, reflexiones, rupturas y cambios de conceptos supuestamente arraigados e inamovibles. Todos ellos involucran multitud de creencias, actitudes, prejuicios y conceptos que anteriormente no habían sido cuestionados, y ahora deben ser evaluados, frente al impacto que esta canción les ha causado.

La uso porque, a fin de cuentas, es verdad que, toda canción tiene un mensaje propio. Aunque la gran mayoría de las veces son de ‘tristeza y soledad’, pero otras, muy pocas, a decir verdad, como es el caso particular de “Héroe”, contiene un mensaje para valorarme, para creer y confiar en mí. Para darme cuenta del poder que hay en mí y, sobre todo, el darme cuenta de que, al haber vivido mi propia vida, ya he cumplido con la gran mayoría de los requisitos para yo ser un héroe, porque ya he ganado la batalla de mi propia vida.

Pero sin avanzar más allá, debo presentarte la Canción Héroe, invitándote a su vez, a saborear cada palabra y cada idea expresada en ella:

Hero (canción de Mariah Carey):

Como un libro que no sabes el final, y te asusta lo que lees,

así la vida es.

Cuando naces ya te expones al dolor, y de a poco

y con valor logras crecer.

Y como un libro el corazón nos enseña que hay temor, que hay fracasos y maldad, que hay batallas que ganar.

Y en cada página el amor nos convierte en luchador, y descubres lo común: no hay un héroe como tú.

Son muy pocos que se arriesgan por amor, pero tú tienes la fe,

y eso lo es todo.

No decaigas, que vivir es aprender, y no hay nada que temer,

si crees en ti.

Y como un libro el corazón nos enseña que hay temor, que hay fracasos y maldad, que hay batallas que ganar

Y en cada página el amor nos convierte en luchador, y descubres lo común: no hay un héroe como tú.

Sólo Dios sabe dónde y cuándo, la vida nos dirá:

¡lo has hecho bien!

Sólo como un sueño, sólo sabrás, sabrás como vencer.

Y como un libro el corazón nos enseña que hay temor, que hay fracasos y maldad, que hay batallas que ganar

Y en cada página el amor nos convierte en luchador, y descubres lo común: no hay un héroe como tú.

¡No hay un héroe como tú!

 

Cabría ahora, antes de continuar tomar un momento, hacer una pausa más, e invitarte a ti amigo(a) lector(a) a tomarte un tiempo íntimo, cerrar tus ojos y dirigir tu mirada hacia tu propio interior, hacia tu propio yo. Para evaluar desde la perspectiva de tu vida, como las palabras de esta canción pueden llegar a moverte e impactarte emocionalmente, al reflexionar sobre los pensamientos, sensaciones y emociones que estas palabras están produciendo en ti. Observando como tus propias bases han empezado a cuestionarse.

Tal vez en este punto, sería conveniente recordar que, en el proceso de construcción de la personalidad, al cual cada persona se ha visto sujeto durante su crecimiento. Sin olvidar que en realidad este dura toda la vida, y en el cual intervienen, de forma positiva o negativa varios factores importantes. A saber: mi entorno sociocultural, mi contexto y mi perspectiva histórica, mis figuras parentales (o de autoridad) y finalmente, mi propio YO con mi capacidad de decisión.

Con ello puedo aceptar, modificar o rechazar las diferentes órdenes y programaciones infantiles, que he aceptado e internalizado muchas veces sin revisión, bien sean estas explícitas o implícitas. Donde cada una de ellas cuenta con su respectiva mezcla de emociones y experiencias, a veces buenas, a veces dolorosas y traumáticas, pero que al final de cuentas, terminaron definiéndome y construyéndome, dándome la posibilidad de ser o no un héroe para mí mismo. Porque los héroes no nacen, los héroes como tú, se forman en el proceso de vivir su propia vida. Por eso, no hay mayor verdad que esta: ¡No hay un héroe como tú!

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Referencias:

Banchs, María A. (1986). Concepto de representaciones sociales. Análisis

 Comparativo. Revista Costarricense de Psicología. 8-9, pp. 27-40

Báro, Ignacio (1990). Acción e ideología. El Salvador: UCA Editores.

Morales, J. F. (1998). Psicología Social. Madrid: McGraw-Hill.

Tajfel, Henry (1984). Grupos humanos y categorías sociales. Barcelona: Herder.