sábado, 15 de abril de 2017

LA INFIDELIDAD: Destruir el amor para ser esclavo de la rabia



LA INFIDELIDAD: Destruir el amor para ser esclavo de la rabia

Por: José Rafael Olivieri Delgado (abril de 2017)

 

“Es una pareja que no surge de la noche a la mañana sino de largas horas de práctica, de caídas, de aciertos, de fallas, de accidentes, de errores, de éxitos y que siguen porque saben que no lo han alcanzado todo y que de la única manera que pueden seguir juntos es sirviéndose, apoyándose, sometiéndose mutuamente, trabajando juntos con mucho amor y paciencia, cada día y hasta el término de sus vidas.” (Hormachea, 1994, p. 103)

 

            En mi criterio, para la inmensa mayoría de la sociedad actual, los conceptos de matrimonio duradero y fidelidad se han convertido en una mentira, en una falacia imposible de alcanzar. Pienso que lo único real que refleja este tipo de pensamiento, es lo enfermo que estamos a nivel emocional, tanto las personas individualmente como la sociedad en su conjunto. Hemos perdido nuestros valores morales, sociales, éticos y peor aún, hemos perdido nuestra propia dignidad como seres humanos. Todavía más allá, hemos perdido el respeto por las personas que más deberíamos amar y proteger: nuestro cónyuge y nuestros hijos. Finalmente, y lo más grave de todo, hemos despreciado a Dios y a sus principios para el matrimonio, la familia y para las relaciones humanas.

Las razones como lo veremos a lo largo de este texto (y en su conjunto en todos mis textos), están entrelazadas en las múltiples vías de la formación de los conflictos emocionales de cada persona. Cadenas de secuencias de aprendizajes de generación en generación, donde hemos ido destruyendo lentamente los principios y los valores sanos de las relaciones interpersonales, en particular la matrimonial, así como a los individuos producto de esta relación (los hijos). Hemos intercambiado estos valores por el libertinaje de nuestras pasiones y la búsqueda del placer sin límites ni fronteras.

Todo lo anterior cobra especial interés en lo referente al tema que me ocupa en este momento: La Infidelidad en las relaciones de pareja. Considero que sus orígenes seguramente se remontan al mismo principio de la raza humana. Muy probablemente no podemos incluir a Adán y Eva en esta práctica, pero si es casi seguro que, de allí en adelante, el tema ya existía.

Todo esto sin dejar de considerar que la infidelidad es una de las expresiones que mejor reflejan mi propia falta de amor a mí mismo. No solamente por el daño que produzco en los otros, sino por toda la autodestrucción emocional que crea en mí, al exponerme al fracaso y muchas veces, no solamente al odio de los que afecto, sino a mi propia expresión de odio por mi vida. Cabría recordar la expresión de Félix Larocca (s/f): “¡La infidelidad es tan buena que nunca debe de ser saboreada, porque como sucede con las drogas todo lo que es noble lo destruye!”.

            Sería conveniente empezar por recordar que un matrimonio sano es aquel cuya base principal, es un acuerdo mutuo y absoluto de compartirlo todo, tanto lo bueno como lo malo por toda la vida. Particularmente su primera cláusula, la cual debe ser el principio de exclusividad mutua, es decir la fidelidad absoluta del uno por el otro. De allí que el concepto más transparente de la intimidad y la confianza de ambos cónyuges sea: ‘Yo jamás voy a hacer nada que te dañe a ti, Tú jamás vas a hacer nada que me dañe a mí’. Porque más allá del sentimiento de amor, ¡Vivir en pareja, en el vínculo matrimonial, es una decisión de ambos cónyuges! Entendiendo que las decisiones están más allá de la voluntad, más allá del querer, son la afirmación de una verdad que me define y que la actúo por convicción propia.

En pocas palabras, la relación matrimonial es ‘un trabajo en equipo’, donde cada uno define el mismo norte con, por y para el otro: seguir juntos en amor por toda la vida. De hecho, Eclesiastés 9:9 nos recuerda: “Vive feliz junto a la mujer que amas, todos los insignificantes días de vida que Dios te haya dado bajo el sol. La esposa que Dios te da es la recompensa por todo tu esfuerzo terrenal” (NTV). Ahora bien, este equipo que es la pareja se identifica y caracteriza por dos palabras fundamentales que definen su unión, las cuales deberían ser: compromiso y responsabilidad.

Lamentablemente dichas palabras, por lo general, no existen en la mayoría de las personas, y mucho menos, en las ‘uniones libres’ que hoy en día se dan tan frecuentemente, donde sí, dos personas deciden vivir y compartir una relación de pareja, pero la condición principal de esta unión es: ‘por un tiempo limitado y hasta que nos cansemos el uno del otro’.

Tenlo por seguro, la inmensa mayoría (por no decir la totalidad) de estas relaciones ‘actuales libres’ están destinadas al fracaso. Los modelos argumentales enfermos de ambos individuos, las prohibiciones de pareja, los permisos de infidelidad, los modelos de soledad, los aprendizajes de los fracasos matrimoniales de los padres…, terminan por garantizar la destrucción de estas relaciones. Cuya principal característica es la falta de compromiso y responsabilidad, tanto en cada individuo en sí mismo como en la pareja en su unidad. Comprendamos que mientras más alto es el nivel de compromiso entre ellos mayor será la fidelidad y durabilidad de la relación, igualmente será mucho más difícil romper los lazos de amor, respeto y apoyo mutuo, así como la búsqueda de las soluciones a los conflictos será una constante de unidad.

Para aquellos que han participado del acuerdo matrimonial, sea civil o eclesiástico, saben bien que la cláusula obligada de su contrato es la de la fidelidad conyugal, es decir, que los cónyuges se prometen la lealtad amorosa tanto espiritual como física. Las cláusulas matrimoniales son todas bien claras y explícitas, no existe la “letra pequeña” en este contrato. Lamentablemente, dicho contrato no existe en las uniones libres, pues siguen el principio de ‘según vaya viniendo, vamos viendo’.

Está claro que, bajo esa filosofía jamás podrán tener ‘un norte juntos’, porque cada uno apunta hacia su propia individualidad y hacia su propia satisfacción personal. Te voy a dejar un fragmento de un programa de radio, que habla de estos tópicos:

Aquí inclusive surge otro concepto maravilloso. El amor es algo que se aprende. Los esposos necesitan aprender a amar a sus esposas y las esposas necesitan aprender a amar a sus esposos. Pero no pierda de vista amable oyente que amar a la esposa o amar al esposo es una orden. La Biblia apela a la voluntad de la persona, porque es la persona quien debe decidir si ama o no ama. Cuando a pesar de sus luchas y sus diferencias, un matrimonio decide someter su voluntad a Dios, indefectiblemente tiene que decidir amarse el uno al otro y de esa manera se garantiza la integridad del matrimonio. Cuando se manifiesta este amor, no habrá lugar para la incompatibilidad de caracteres, ni para la falta de admiración del uno para con el otro, ni celos ni envidia ni rivalidad ni infidelidad y el matrimonio funcionará como Dios lo describe en su palabra.

(Tomado de:  http://labibliadice.org/

programa/2017/01/07/audio-19870/)

 

¿Qué es Fidelidad?:

            Antes de seguir profundizando y desde la posición opuesta, permíteme responder a la pregunta: ¿Qué es FIDELIDAD? Existen desde luego muchas referencias a nivel del diccionario, la intención es formarse una idea del conjunto de ‘palabras’ que identifican cada definición individual. Por ejemplo, a nivel general se encuentra: “Exactitud en la ejecución o realización de una cosa”. Otra: “Lealtad y constancia en las relaciones o ideas”. Más amplia: “La fidelidad es también una observancia rigurosa de la verdad, es decir, un cumplimiento riguroso de la precisión en la reproducción de un texto, de una entrevista o de una narración”.

A medida que voy colocando otras definiciones, tomadas de los diferentes diccionarios, me interesa destacar e invitarte a crear una lista amplia de los términos que definen la palabra fidelidad para ti mismo(a).

Porque fidelidad no se aplica solamente al tema particular de las relaciones de pareja, sino que tiene que ver con un mayor universo de relaciones tales como: las de padres con los hijos y viceversa, de los amigos, de los negocios, del trabajo ... Es decir, fidelidad es un tema que aborda todas las esferas humanas. Incluso con Dios: “Deriva de la palabra en latín, fidelitas que significa servir a Dios. Es una característica de quien es leal, en quien se puede confiar y creer, porque es honesto y respetable. En su nivel más abstracto implica una conexión verdadera con una fuente o fuentes”.

En general estas palabras definen cualidades, atributos y actitudes que permiten reconocer a una persona fiel. Señalan el conjunto de valores que posee y actúa una persona que ha decido un modelo de fidelidad en su vida, en primer lugar, consigo mismo y por consiguiente con los demás. Quizás el mayor enfoque de la fidelidad es el de jamás llegar a traicionarte a ti mismo. Respetarte y amarte a ti mismo requiere de una estructura de personalidad sólida, de fidelidad a ti mismo. Allí es donde realmente comienza el proceso de lo que llamamos fidelidad: ¡En ti mismo! Por supuesto, totalmente opuesto a lo que apreciamos en la inmensa mayoría de las personas y relaciones de hoy en día: un modelo de infidelidad.

     Para completar esta idea, existen otras definiciones más centradas en las parejas como son: (1) la persona fiel es “siempre cumplidor de sus pactos y promesas”. (2) “Actitud de la persona que no traiciona la confianza puesta en ella”. (3) La fidelidad se basa en la palabra: “emunah, cuya raíz, aman, significa seguridad o firmeza”. (4) “La fidelidad es una actitud de alguien que es fiel, constante y comprometido con respecto a los sentimientos, ideas u obligaciones que asume”. (5) “Tener fidelidad es una expresión usada para nombrar al o a lo que tiene constancia. Ejemplo: La fidelidad de un cliente, la fidelidad de un amigo, la fidelidad de Dios, la fidelidad del esposo o la esposa, etc.”.

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Bibliografía:

Ediciones Larousse (2004). El pequeño Larousse 2004. México: Ediciones Larousse.

Hormachea, D. (1994). Para matrimonios con amor. USA. Ed. UNILIT.

Khalil, G. (1975). El profeta. Argentina: Editorial Pomaire

La auténtica razón por la que somos infieles. Recuperado enero 2017 de:

http://www.msn.com/es-ve/estilo-de-vida/relaciones/la-aut%c3%a9ntica-raz%c3%b3n-por-la-que-somos-infieles/ar-AAlVfxi?li=BBqdpgX&ocid=mailsignout

Larocca, F. Recuperado enero 2017 de:

http://www.monografias.com/trabajos49/la-infidelidad/la-infidelidad2.shtml

Martínez, J.M. (2006). Amores que duran… y duran... y duran. México: Editorial Pax.

Shinyashiki, R. (1993). La caricia esencial. Una psicología del afecto. Colombia: Editorial Norma

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA