miércoles, 30 de noviembre de 2016

SEXUALIDAD SANA EN LA PAREJA: Un pegamento para unirnos

SEXUALIDAD SANA EN LA PAREJA: Un pegamento para unirnos

Por José Rafael Olivieri Delgado (noviembre 2016)

 

EL: “1¡Qué hermosos son tus pies en las sandalias, princesa! Las curvas de tus caderas son como adornos de oro fino hechos por manos expertas. 2 Tu ombligo es una copa redonda donde no falta el buen vino; tu vientre es una pila de trigo rodeada de rosas. 3 Tus pechos son dos gacelas, dos gacelas mellizas” (Cantar de los cantares de Salomón, Cap. 7:1-3, DHH)

 

ELLA: “10 Mi amado es trigueño y deslumbrante, ¡el mejor entre diez mil! 11 Su cabeza es del oro más fino, su cabello ondulado es negro como el cuervo. 12 Sus ojos brillan como palomas junto a manantiales de agua, montados como joyas lavadas en leche. 13 Sus mejillas son como jardines de especias que esparcen aromas. Sus labios son como lirios, perfumados con mirra” (Cantar de los cantares de Salomón, Cap. 5:10-13, NTV)

 

            En mi criterio pienso que no existe un Ser Humano que una vez ha llegado a la pubertad, no tenga deseos y necesidad de experimentar y vivir a plenitud su sexualidad. Si bien en el momento en que las hormonas sexuales hacen su aparición, en cantidad suficiente, lo cual ocurre y define el inicio de la adolescencia (en realidad las hormonas ya están presentes desde la definición del género en el feto), se activa inevitablemente el principio básico de la sexualidad: que en el hombre es: el deseo de penetrar y fecundar, mientras que en la mujer es: el deseo de ser penetrada y fecundada. A partir de allí, la sexualidad va a transitar por un universo que se mueve entre dos extremos: los permisos y las prohibiciones sexuales.

En los permisos encuentro la posibilidad de llegar a descubrir y sentir, todo el sistema de disfrute y placer que la sexualidad sana puede otorgar a un Ser Humano. Lo cual representa uno de los más maravillosos regalos que los esposos pueden compartir de todas sus experiencias juntos. Mientras que, por el contrario, en las prohibiciones, el mundo de conflictos emocionales, miedos y tabús que rodean a la sexualidad, es capaz de destruir por igual a un Ser Humano y a su relación de pareja de muchas formas. Quitándole en principio el mundo fantástico de alegría, disfrute y del placer sexual que tiene derecho a experimentar en su vida.

Por otra parte, hablar de sexualidad es un campo que ‘pica y se extiende’, cuanto más dadas las múltiples opciones que hay de abordarlo, y del cual hay incontables narraciones, escritos e investigaciones de todo tipo. Las mismas, por solo considerar algunos ejemplos conocidos, abarcan textos como los del Marqués de Sade, el Kama Sutra, hasta verdaderos estudios científicos que cambiaron el enfoque de la sexualidad humana, como el Informe Kinsey sobre el comportamiento sexual masculino y femenino de 1948 y 1953, y las investigaciones de Master y Johnson sobre la respuesta sexual humana y sus disfuncionalidades, cuyo trabajo en el área abarcó desde 1957 hasta la década de 1990.

Al tomar tales dimensiones y cubrir tantos ámbitos, es necesario hacer una aclaratoria en este momento: Yo no pretendo hablar simplemente del sexo, al cual vulgarmente lo puedo entender como “meterlo y sacarlo”. Una relación sin mayor aspiración que satisfacer una necesidad biológica básica, que hoy en día abunda en la gran mayoría de las personas, y es básicamente a lo único que aspiran de una relación sexual esta inmensa mayoría.

Por el contrario, quiero hablar y entender la relación sexual de la pareja como un proceso de unión, de ‘pegamento’, el cual se interrelaciona con todas las áreas psicológicas, biológicas, sociales, emocionales y afectivas que abarcan una gran parte de mucha importancia en la relación conyugal, la cual tiene la capacidad de lograr la compenetración total de los esposos, tal como lo indica la afirmación de Leman (2004): “Tener una vida sexual grandiosa es una experiencia tonificante; puede unir a un esposo y a una esposa de una manera que no tiene comparación en la experiencia humana.” (p. 12), lo contrario es igualmente cierto, si no es entendida así, tiene el poder de destruir dicha unión.

De igual manera, hemos de tomar en consideración que, el tema de las prohibiciones sexuales es muy amplio, siendo su consecuencia principal un daño incuestionable a la pareja. La gran realidad es que se ve todos los días como las parejas se destruyen por el enfoque equivocado que tienen de la sexualidad, así como por los abusos de esta. A pesar de ello, tampoco es mi intención en este texto profundizar en ellas, sino únicamente hacer un simple bosquejo de estas. Prefiero establecer un equilibrio en forma breve de los aspectos positivos y de consolidación de la unión marital, a través de la aplicación satisfactoria de la sexualidad y sus permisos.

Sin embargo, he de comentar, en el caso de las prohibiciones, que si bien es cierto que las mismas pueden comenzar a formarse a partir de frases tales como: “cierra las piernas que se te ve eso”, “no te toques eso: es sucio, es cochino, es pecado, …”, “Esas son cosas de putas”, “No te sientes en las piernas de tu papá”, “Bájate la blusa que se ve todo ahí abajo”, “todos los hombres solamente piensan en eso” (como si las mujeres no pensaran en “eso” igualmente) entre otras. De igual manera muchas veces (lamentablemente las más repetidas) se forman a partir de tratos agresivos, de golpes, gritos, castigos, … porque estás viéndote o tocándote “eso”.

Por el lado positivo, también incluimos (una gran verdad) que una figura parental si puede dar un permiso de sexualidad sana cuando acaricia, toca, abraza, besa, es cariñoso con todos sus hijos (independiente del género). Especialmente cuando muestra las mismas actitudes de amor y ternura con su cónyuge delante de sus hijos. Con este modelo positivo, la realidad es que los hijos aprenderán y tendrán un permiso para experimentar una sexualidad de disfrute y amor con sus respectivas parejas.

Pero, por el contrario, una figura parental que no toca no expresa el amor a sus hijos o a su cónyuge, invita a una prohibición de la sexualidad sin necesidad de palabras. Porque los hijos entienden que es malo tocarse, que es malo querer recibir amor de otros, que el contacto no está permitido, lo cual se convierte en parte de la prohibición sexual.

Por supuesto, igualmente dentro de las prohibiciones, están las situaciones extremas de abusos infantiles, de maltrato físico, psicológico y emocional, así como la cantidad de millones de expresiones verbales y conductuales donde se prohíbe expresamente lo sexual, al igual que cientos de manipulaciones con culpa, con miedo o con agresión. De tal manera que lejos de tener e invitar a una sexualidad sana a los hijos, se crea tal nivel de prohibiciones, que la sexualidad se entiende y se vive como algo cochino, desagradable, de mucha angustia, prohibido. Se convierte así en una causa vital de destrucción de las relaciones de pareja, en vez de unirla como fue su concepción original.

Al respecto Leman (2004) advierte: “Si estás casado (a), la relación sexual será una de las partes importantes de tu vida, lo quieras o no. Si no la tratas de esta manera, como un asunto de suprema importancia, no eres justo contigo mismo (a), con tu cónyuge ni con tus hijos” (p. 18).

    Quizás de entre todas las mayores prohibiciones sexuales, se encuentren aquellas que se pueden atribuir al aspecto ‘religioso’, dónde las personas han hecho parecer a Dios como el gran culpable y como el gran castigador… porque ‘eso es pecado’, ‘Dios te va a castigar’. Se nota que ni se han molestado en leer, ni en entender a Dios en sus planteamientos acerca de la sexualidad para el Ser Humano. Por eso, solamente para mencionarlo como quién no quiere la cosa: el gran artífice y creador de la sexualidad es Dios mismo.

Por lo que lejos de verlo como el prohibidor de la sexualidad, es todo lo contrario, Él es el mayor ‘permisor’ de la sexualidad. En Génesis 1 y 2 vemos que Dios contemplaba su creación y veía que todo era bueno y la bendijo en su totalidad, pero viendo al hombre Dios señala: “18 … «No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal para él»” y “22 Entonces el Señor Dios hizo de la costilla a una mujer, y la presentó al hombre”. Esto quiere decir que fue Dios quien creó las diferencias sexuales que dan origen al género masculino y femenino, es decir, Dios diseño el pene y la vagina para que se complementasen mutuamente.

Como segundo gran acto de esta unión del hombre y la mujer, Dios instituye el matrimonio al presentar su mandato definitivo: “24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (NTV). “Una sola carne” también habla de la sexualidad, pero aquí muchos tuercen los ojos, por no decir otra cosa, pues el planteamiento de la sexualidad de Dios es para la unión matrimonial (ese es su ‘pegamento’), no antes ni fuera de esta unión.

Este es uno de los temas centrales usados para rechazar a Dios y permitir el libertinaje en lo cual se ha transformado lo sexual hoy en día. Basta con ver a tu alrededor lo que sucede en las relaciones interpersonales y especialmente en la sexualidad, con lo cual la gente está haciendo efectiva la advertencia de Isaías 5:20 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”. (RVR 60). En este desajuste sexual terminan destruyendo a su pareja, a sus hijos y a sí mismos, todo por 7 minutos de placer (si es que logran llegar a ese tiempo de duración).

Más aún, en este contexto de la verdad de Dios, lo tercero que ÉL hace es dar un permiso superamplio para la sexualidad, cuando da otra orden al matrimonio en Génesis 1:28: “Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: ‘Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella’.” (NTV). Pregunto yo: ¿Cómo vamos a ser fructíferos y multiplicarnos, si no es a través de las relaciones sexuales? Por su parte, haciendo énfasis en este tema Leman (2004) señala: “La Biblia da una asombrosa libertad en cuanto a lo que permite y hasta alienta a las parejas casadas a hacer en la cama…” (p. 190).

Por todo lo anterior cabe una reflexión más: si Dios se ocupó de dar prohibiciones explícitas tales como: no matarás, no robarás, no adulterarás, no codiciarás… ¿Dónde aparece ‘no tendrás relaciones sexuales con tu cónyuge’? Compréndelo de una vez: No es Dios quien te lo prohíbe… te lo prohíbe la mente retorcida y enferma de muchas de tus figuras parentales, que te invitaron a aceptar tu prohibición en la sexualidad. Porque, de hecho, si lees 1 Corintios 7 (NTV), aparte de ser bien explícito lo que dice, pues no necesita ni traducción ni interpretación, te vas a encontrar con esta sorpresa:

1 Ahora, en cuanto a las preguntas que me hicieron en su carta: es cierto que es bueno abstenerse de tener relaciones sexuales.

 

2 Sin embargo, dado que hay tanta inmoralidad sexual, cada hombre debería tener su propia esposa, y cada mujer su propio marido.

 

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Referencias:

Baltasar, M. y Battaglia, M. (1990). Tesis: Pareja: relación, ajuste marital y estilos de poder

            en la sexualidad. Caracas, Venezuela: U.C.V.

Dobson, J. (1990). Amor para toda la vida. Nashville, USA: Editorial Caribe-Betania.

Fromm, E. (1982). El arte de amar. España: Ediciones Paidos.

Leman, K. (2004). Música entre las sábanas. Miami, Usa: Editorial Unilit

Luhmann,  N.  (1997).  El  amor  como  pasión.  Barcelona,  España:  Ediciones Península.

Martínez, J.M. (2006). Amores que duran… y duran... y duran. México: Editorial Pax.

Moral De La Rubia, José. (2008a). Modelos predictivos y de senderos de ajuste diádico por

            géneros en parejas casadas. Recuperado 03-08-2009, de:

http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2565711

Pease, A. y Pease, B. (1999). Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los

            mapas. España: Editorial Amat. 

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA