viernes, 11 de mayo de 2018

EL ARTE DEL PERDÓN: La clave para decidir mi libertad y mi paz emocional

EL ARTE DEL PERDÓN: La clave para decidir mi libertad y mi paz emocional

Por: José Rafael Olivieri Delgado (mayo de 2018)

 

“Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, él se incorporó nuevamente y les dijo:

«¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!». Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el polvo. Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los de más edad, hasta que quedaron solo Jesús y la mujer en medio de la multitud. Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer:

— ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? —Ni uno, Señor —dijo ella. —Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más” (Juan 8:7-11)

           

Introducción:

            Vivía con una sensación extraña e incómoda, como si alguien desde atrás de mí, mirase permanentemente sobre mi hombro. Decidí mirarme al espejo con detenimiento y lo descubrí: ¡era el perdón! Estaba allí desde hace muchísimo tiempo, esperando a que yo lo viera a él. Entonces me miró y me dijo: - “El profundo dolor que corroe tu alma y te mantiene en tu prisión, es porque no has permitido que tu amor florezca y de frutos. Yo el Perdón soy el fruto de tu amor y la clave para decidir tu libertad y tu paz emocional”.

Aturdido con esta declaración tuve la osadía de preguntar: - “¿Y para mi paz espiritual?”. A lo que el Perdón me contestó: - “Al igual que tu amor, tu vida y tu perdón, tu espíritu te pertenece y todos juntos son tu decisión mientras estás aquí. Sin embargo <… acuérdate de tu Creador… Pues ese día el polvo volverá a la tierra, y el espíritu regresará a Dios, que fue quien lo dio> (Eclesiastés 12:6-7, NTV)”.

Inicio con este cuento uno de los temas más álgidos a los que me he enfrentado: El Perdón. Este es uno de los contextos más repetidos y a la vez más eludidos por todos los seres humanos. Considero que no hay persona que no se haya visto enfrentada a este tema, ni expresión artística o literaria en el campo emocional, cuyo autor no haya tocado el tema del Perdón. A pesar de ello, no estamos seguros de qué es esto y de cómo funciona.

El perdón es en sí mismo uno de los mayores procesos emocionales del Ser Humano, porque me enfrenta a una desesperante batalla interior entre mi ‘Yo’ capaz de decidir en su voluntad y mi ‘Yo’ enfermo, atrapado entre mis emociones de odio y resentimiento. El perdón es eso y mucho más, el perdón es un arte, el arte de vivir en libertad emocional. En esencia es una decisión que involucra emociones, pensamientos y acciones. Involucra mi mente, mi alma, mi cuerpo y mi espíritu.

En el inicio de su proceso, se convierte en una poderosa guerra conmigo mismo, un debate angustiante que forma parte de una agotadora lucha interior, entre mi decisión de perdonar y mis emociones egoístas de justicia y venganza, las cuales me carcomen internamente. Sin embargo, una vez que he logrado vencer en mi decisión de perdonar, finalmente el perdón se convierte en mi mayor libertad y en la mejor expresión de mi amor a mí mismo, construyendo en mí todo un remanso de paz emocional, física y espiritual. “El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió.” (Teresa de Calcuta, s/r).

El perdón es la solución final a una de las realidades más dramáticas de nuestra verdad humana: vivimos en un mundo de aflicciones y sufrimientos, como señala Juan 16:33: “Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo” (DHH).

Ha sido, es y será inevitable que en muchos momentos de mi vida me vea afectado por el dolor de una ofensa, real o imaginaria, válida o injusta, de alguien muy cercano o de un enemigo desconocido, pero dolor y aflicción serán parte de mi vida. Por eso la necesidad de hacerme uno con el perdón, pues este es la clave para decidir mi libertad y mi paz emocional, física y espiritual, por amor a mí y a los otros.

En mi propia evaluación y reflexión, pienso que la dificultad que encuentra la mayoría de las personas, en un tema tan álgido como lo es el perdón, es el hecho de no tener claro que lo importante del perdón es que no se trata del otro, (te lo repito: ¡no se trata del otro!), sino que lo importante al perdonar a ese otro, es que el único verdaderamente beneficiado voy a ser yo mismo, porque realmente al final de este proceso, yo soy lo que más importa.

En realidad, de lo que se trata es de mi liberación de una serie de emociones negativas que me destruyen lentamente. Como dice Coelho (2013): “La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu, ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes” (s/p).

Realmente la falta de perdón es mi propio infierno, donde el dolor y el sufrimiento constante en mi pensamiento, emociones y acciones, además de destruir mi cuerpo, destruyen mi mente, mi alma, mi espíritu y mis relaciones con los demás, especialmente con los que amo. La falta de perdón me arrastra por una montaña rusa de emociones, desde el odio hasta la tristeza y la depresión profunda, las cuales me destruyen y me imposibilitan vivir.

No conocer ni entender la esencia del arte de perdonar, se convierte en nuestro peor enemigo. Lo digo porque en mi criterio, el perdón es el acto final y la mayor expresión del amor a mí mismo. Para mí, el perdón es imposible si primero no me amo a mí mismo sana y plenamente. Donde el amarme a mí mismo es un proceso que debe construirse poco a poco, a través de la comprensión, utilización y aplicación de mis recursos emocionales, intelectuales y espirituales, es decir, de mí mismo en mi totalidad.

Lo ubico dentro de un proceso complejo, aunque por su parte Sádaba (1995) señala que el “perdón, en principio, no es una palabra llena de misterios. La usamos con tanta profusión que la consideramos familiar, un útil a mano que sirve, diariamente, no solo a la comunicación sino para calmar o equilibrar estados de ánimo” (p. 13). Igualmente dice: “Su significado latino (perdonare) nos ha llegado como una pieza de borrador, un medio para saldar una deuda. Para favorecer, en suma, a otros de manera gratuita, limpia, elegante y hasta magnánima” (p. 13). Es decir, encontrarás muchos puntos de vista diferentes al respecto (como en todos los temas emocionales).

Por mi parte y como en todos mis textos, este no es diferente, en cuanto que expresa mis experiencias, pensamientos, vivencias y modo de ver las cosas de mi práctica como psicólogo, en la relación con cada uno de mis pacientes en el consultorio. En pocas (o muchas) palabras, expresa lo que siento, lo que pienso y lo que yo soy hoy. Es por eso, que para que las palabras que aquí se escriben te ayuden a ti, es necesario que te des el permiso de revisarlas, creerlas, aceptarlas y de ponerlas en práctica para ti mismo, al igual que para los otros.

No te servirá tragarte todo el contenido de un solo golpe, ni simplemente subrayar las ideas que más te gusten, debes meditarlo poco a poco, integrarlo a ti, comprobar su verdad y su valor para ti. Solamente una vez que te hayas convencido de ellas, podrán trabajar junto a tu amor a ti, a tu decisión, a tu fe y a tu poder de creer en ti mismo. Para así iniciar tu camino de regreso a tu verdadero yo de amor, hacia tu propia autorrealización y hacia tu perdón a ti mismo y a los otros. Una reflexión: “El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar” (Martin L. King. s/r).

            Lamentablemente el tema del perdón está muy profundamente ligado a una fe religiosa. Lejos de tal cosa, voy a intentar desprender al perdón de este mito pues, aunque mantengo mis raíces Cristo-céntricas, no dejo de ser un psicólogo humanista. Intento presentarte el perdón como la totalidad que integra tanto el mundo psicológico como el espiritual, pues ambos no son mutuamente excluyentes.

Por el contrario, ambos se integran profundamente en este tema del arte del perdón. Al unirlos involucro mi mayor poder de lo mental: mi capacidad de decisión, junto a mi mayor poder espiritual y emocional: mi decisión de amarme a mí mismo. Decisión de amarme no desde la posición egoísta de un amor solamente para y por mí, narcisista diría yo, sino de un amor capaz de crecer y ser compartido con los otros.

No sé qué fe religiosa practiques o si crees en Dios, tal vez pienses como muchos que el arte de perdonar es solo potestad de tu dios, que es un don divino solamente de él. Si es así, entonces tienes un concepto equivocado entre tus manos, y aquí no encontrarás las respuestas que buscas. Te lo digo porque debemos partir por conocer, saber y creer que el perdón además de ser un regalo de Dios hacia el Ser Humano también es un proceso de la voluntad y decisión de cada uno de nosotros. Para que al perdonar demos una parte de nosotros y de nuestro amor a los demás. Tanto es así que en el Libro de Génesis 1:26 dice: “Después dijo Dios: <Hagamos al hombre a imagen nuestra, según semejanza; ...>”, y en el v. 27 dice: “Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.

En este sentido somos entonces portadores de la esencia misma de Dios, la cual es: el amor y el perdón. En la medida en que manifestamos esta esencia a los demás, Dios está presente en nosotros y se expresa a través de nosotros.

Este es uno de los principios del arte del perdón: saber que tú tienes la capacidad de decidir y el don para perdonar, no solamente a los demás, sino principalmente a ti mismo. Usarlo con sabiduría es tu decisión y responsabilidad. “El autoperdón implica buscar el perdón y la reparación de los daños de aquellos que resultaron heridos por tus acciones (los cuales, posiblemente, también te hirieron a ti)”. (Robert Enright, s/r).

La experiencia del perdón en cualquiera de sus variantes es en sí misma impactante y emocionalmente agotadora, y ello implica un proceso continuo e integral de crecimiento y superación tanto en pensamientos, emociones y sentimientos, como en acciones. Esto me recuerda algo que he leído en varios libros: … “Cuando la mente del hombre se abre a una nueva idea, nunca vuelve a su dimensión anterior, inicia un viaje sin retorno hacia una nueva conciencia, hacia una nueva forma ser” (s/r).

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Referencias

 

Coelho, P. (2013). El Perdón. Recuperado marzo 2018 de: http://paodm.blogspot.com/2013/07/

el-perdon-paulo-coelho.html

Echeverría, R. (2005). Ontología del Lenguaje. Lom Ediciones S.A. Chile.

Ediciones Larousse (2004). El pequeño Larousse 2004. México: Ediciones Larousse.

Hormachea, D. (1994).  Para matrimonios con amor.  Aprendiendo a vivir con nuestras diferencias.

            Miami, Usa: Editorial Unilit.  

Riso, W.  (2006).  Los límites del amor.  Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy.

            Bogotá, Colombia: Grupo Editorial Norma.

Sádaba, J. (1995). El perdón: la soberanía del yo. Barcelona, España: Paidos.

Sociedades Bíblicas Unidas.  (1960).  Santa Biblia. Caracas Venezuela: Impresora Fanarte, C.A.

Sra. J. B. Livingston. (1972).  Amate a ti mismo. USA: Ed. Western Christian Foundation, inc.