sábado, 30 de julio de 2016

PROHIBICIÓN DE PAREJA: Cumplir mi orden y mi decisión de quedarme solo

PROHIBICIÓN DE PAREJA: Cumplir mi orden y mi decisión de quedarme solo

Por José Rafael Olivieri Delgado (julio 2016)

 

“…la selección de una pareja no se hace en forma casual, sino que es un intento por hacer coincidir una serie de patrones de pautas y creencias compatibles o complementarias” (Martínez, 2006, p. 15).

 

           “YO NO QUIERO QUEDARME SOLA/SOLO”. Podrían creerme que esa es una de las frases que más frecuentemente me dicen las personas en el consultorio o en los talleres, en relación con su situación particular referente al tema de tener o no pareja. Ello me permite confirmar que realmente (a nivel consciente) la gran mayoría quiere y desea tener una relación de pareja ‘sana y permanente’. Lamentablemente la gran verdad emocional (negativa) es todo lo contrario, es altamente probable que se queden solos. Porque el tener una relación de pareja no depende únicamente de ‘querer o no’ tenerla.

En realidad, esto depende de varios factores: los patrones de selección de pareja de cada individuo, de su conjunto personal de las creencias emocionales que lo definen, de las múltiples órdenes parentales que le prohíben las relaciones de pareja, entre otros. En particular, de la decisión emocional inconsciente que ha tomado en su etapa infantil (en función del modelo de pareja aprendido de sus figuras parentales). La triste verdad es que esa gran mayoría de personas han decidido, sin darse cuenta, una ‘Prohibición de Pareja’, con la cual harán todo lo que esté a su alcance para quedarse solos (aunque conscientemente no lo quieran hacer). A menos, claro está, que puedan cambiar emocionalmente tal argumento de vida, y así poder decidir un permiso para su relación de pareja.

Ahora bien, antes de empezar a desarrollar este tema, déjame aclarar que también existe un alto número de personas cuya prohibición de pareja es tan gigantesca, que tanto consciente como inconscientemente, por nada del mundo quieren (ni pueden) tener una relación de pareja. Estos por lo general no vienen al consultorio, se encuentran ‘bien’ en su mundo de soledad, aislados entre sus cuatro paredes, retroalimentando sus propias prohibiciones constantemente. Es como diría Shinyashiki (1994, p. 84) estas personas han estado comiendo “pan mohoso” toda su vida y lo único que han conocido como alimento es ese “pan mohoso”, entonces ¿qué otra cosa van a querer y pedir?, si no “pan mohoso”.

Tanto estos, como los que no quieren cambiar su prohibición de pareja, no conocen la invitación y el permiso de Proverbios 5:18 que dice: “Que tu esposa sea una fuente de bendición para ti. Alégrate con la esposa de tu juventud” (NTV). (Inviertan los géneros, según cada uno, pues esto es por igual para todos, por aquello en lo cual el género de los sustantivos es convencional. Las palabras no tienen sexo, sino género y hasta género neutro).

Me gustaría igualmente aclarar un punto que me parece importante y muy relacionado con el tema de la prohibición de pareja: ¿Por qué usamos como genérico el término de ‘pareja’? Sin ánimo de ofender a nadie (aunque es inevitable), ni de precisar tiempos históricos: desde el principio de las relaciones humanas hemos hablado de las relaciones MATRIMONIALES (porque era lo frecuente, lo común, lo normal, lo sano) y por supuesto, de los términos ESPOSO y ESPOSA, dados al HOMBRE y a la MUJER que mantienen tal relación de unión conyugal. Lo cual ha estado establecido desde Génesis 2:24: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo” (NTV). Lo cual nos habla de la creación, mandato y permiso del matrimonio, de Dios al hombre y a la mujer, como la mejor alternativa de relación entre ellos.

Así como también nos lo recuerda 1 Corintios 11:11: “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón” (RVR60). Sin embargo, esto ha cambiado drásticamente dejando de ser lo normal, para convertirse en lo extraño, en lo increíble. Hemos llegado a un punto de rechazo y de desprecio del matrimonio como nunca en la historia. Por ejemplo, mi hija mayor me contó que hablando con una amiga de nosotros sus padres y de nuestro matrimonio, la amiga le pregunta con asombro y como si fuera algo insólito: - “¿Tus padres están juntos todavía?”, ¿Qué tal? Resulta que los matrimonios y las familias ‘tradicionalmente’ constituidas ¡somos una especie en extinción! Como diría una de mis pacientes: - “Esas cosas pasan”.

Lo anterior es debido a que ahora, en el presente, a través de un proceso paulatino de deterioro de los valores: social, moral, ético, cultural y, por supuesto, de apartar a Dios de nuestros corazones, junto con todo el fenómeno publicitario en contra del matrimonio de las últimas décadas. Así como de la aceptación y el permiso de cualquier modelo de relación entre los seres humanos, por supuesto en nombre de la libertad y de los derechos de cualquier libertinaje.

Por no dejar puedo mencionar el siguiente ejemplo: lo que antes era considerado por los especialistas como enfermedades mentales, hoy en día tan solo son ‘formas de existencia’, modos de vivir la vida. En el pasado eran rechazadas, hoy no solamente son aceptadas, sino casi que adoradas e idolatradas por la inmensa mayoría. No se descuiden, la advertencia está dada desde los tiempos de Isaías 5:20: “¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno; que convierten la luz en oscuridad, y la oscuridad en luz; que convierten lo amargo en dulce, y lo dulce en amargo!” (DHH).

De tal forma es cierto esto que hoy en día, las relaciones existentes entre las personas se pueden dar entre cualquier género, en cualquier condición y forma, por lo que ya no podemos hablar de esposo y esposa, HOY HABLAMOS DE ‘PAREJA’. Hemos degradado el estatus del matrimonio rebajándolo a ‘cualquier cosa’ entre dos ‘personas’. Ya no hablamos de matrimonio, hablamos de uniones libres, cohabitación mutua y cualquier otra barbaridad, que en la práctica y en su dinámica, no es otra cosa sino una relación matrimonial sin papeles.

En ellas igualmente hay sexo, hijos, situaciones económicas, cargas y responsabilidades, pero con algo indiscutible e inevitable: un final de ruptura y separación trágico y seguro, más económico sí, pero soledad al fin, es decir: una prohibición de pareja.

Lo cierto es que como origen del tema en el cual me quiero centrar aquí, quizás el primer elemento y el más importante de la prohibición de pareja en la mayoría de las personas, no es otro sino: mi propia experiencia en vivo y directo de los miles de situaciones negativas que ocurrieron en el ámbito matrimonial de mis padres: Las vivencias que he contemplado, aprendido, sentido, así como las decisiones emocionales que tomé al ver qué clase de matrimonio tuvieron mis padres.

Modelos donde hay peleas, maltratos, falta de atención, fallas de comunicación, odio, falta de respeto y de confianza, agresiones verbales y/o físicas, infidelidades, drogas, alcohol, abandonos, desprecios, descalificaciones, divorcio, y muy particularmente: el continuo hablar las peores basuras del otro cónyuge, entre otros miles de situaciones particulares de cada pareja, las cuales me han llevado a pensar, sentir y decidir: - “Yo no quiero eso para mí”.

Son situaciones y circunstancias de su propia situación matrimonial, pero que me han invitado a terminar valorando el matrimonio como algo malo, casi como algo satánico. La verdad es que muchos pacientes han clasificado su relación familiar de origen como: ‘terrible’, ‘era un infierno’, ‘insoportable’, ‘invivible’, ‘de guerra permanente’, ‘inhabitable’, ‘de violencia’, ‘de angustia, miedo y rabia’, entre otras muchas más expresiones igualmente dramáticas.

Entonces, con semejantes antecedentes ¿Cómo voy yo a querer una relación matrimonial? ¿Cómo no se va a instalar una prohibición de pareja en mi sistema de creencias emocionales? Con toda esta carga emocional de rabia, angustia y miedo permanente ¿Cómo no voy a rechazar la posibilidad de encontrar a alguien para repetir lo mismo que mis padres?

No olvides la sabiduría popular: “De tal palo tal astilla”; Porque, aunque la mayoría lo niegue, todos tienen miedo de repetir lo mismo que aprendieron. De hecho, no necesitan ser psicólogos para conocer el principio fundamental de la psicología dinámica: “Sólo sabemos hacer lo que se hizo con nosotros” Shinyashiki (1994, p. 3), indudablemente hablando de lo emocional inconsciente. La realidad de ello es que ‘todo lo que mi papá y mi mamá hacen, es un permiso para yo hacerlo también’. Porque es altamente probable, casi en un 99%, que yo voy a repetir lo aprendido, por aquello del “Pan Mohoso” al cual estoy acostumbrado y particularmente, porque eso fue lo que, de una manera emocional, entendí que era la vida de la relación matrimonial.

Es importante que te recalque que a menos que lo cambie en mí mismo(a), esta prohibición será la que dirija mi vida de pareja. Déjame decirte esto: Yo estoy completamente convencido y seguro que nos hemos equivocado al echarle la culpa al matrimonio como institución. Pienso que el verdadero responsable de estas situaciones no es otro sino la inmensa cantidad de conflictos emocionales que hemos ido pasando de generación en generación, hasta llegar al nivel que hoy en día tenemos. Pero, esto es solamente el principio del origen de la prohibición de pareja, más adelante desarrollaré otros elementos.

      Por otra parte, continúo con algo obvio: ¿Qué es una prohibición? Lo frecuente es que la mayoría de las prohibiciones comiencen con la palabra ‘NO’. Entre millones de ejemplos: no hagas esto, … no hagas aquello, … no te rías, … no hables, … no tengas pareja. En el diccionario aparece la siguiente definición: “Una prohibición es el impedimento que existe de hacer, tocar o usar algo”. En relación con su propósito, me encanta la siguiente observación: “el cometido de la prohibición es disponer limitaciones en la realización de determinadas acciones para así evitar el caos y conseguir una convivencia armoniosa entre las personas” (Recuperado junio 2016 de:

http://www.definicionabc.com/social/prohibicion.php).

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Referencias: 

DefinicionABC. Definición de Prohibición. Recuperado junio 2016 de: http://www.definicionabc.com/social/prohibicion.php

Gibran, K.G. (1983). El Profeta, Argentina: Editorial Pomaire     

Martínez, J.M. (2006). Amores que duran… y duran... y duran. México: Editorial Pax.

Riso, W. (2006). Los Límites del amor. Colombia: Imprelibros S.A.

Shinyashiki, R. (1993). La caricia esencial. Una psicología del afecto. Colombia: Editorial Norma

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA