jueves, 5 de septiembre de 2013

LA DEPRESIÓN: El Infierno en el Corazón Humano

LA DEPRESIÓN: El Infierno en el Corazón Humano

Por José Rafael Olivieri Delgado (sep. 2013)

 

 “¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia!,

¡De seguro pesarían más que la arena de los mares!”. (Job 6: 2, NVI).

 

            Siempre he pensado que la palabra ‘Depresión’ es uno de los términos que mejor reflejan la interminable batalla que se desarrolla en el corazón humano. Particularmente, cuando independientemente de sus causas, entre otras cosas, mi vida no funciona como yo quisiera, o cuando no puedo mantener un nivel adecuado de aceptación de mí mismo. Cuando sentimientos de fracaso y temor son los que rigen mi autovaloración de cada día, cuando mi propia culpa me lleva a pensar y a sentir que no lo he hecho bien en mis acciones y decisiones.

La depresión es un conjunto entremezclado de sentimientos, emociones, pensamientos y conductas que toman el control total de la persona y la sumergen en la profundidad de un infierno real: ¡su propio infierno! Donde muchas veces esta mezcla que sentimos crea la ilusión y la sensación de no existir ninguna salida posible para nosotros, asumimos que no existen opciones para vencer a este ‘demonio’ que nos aplasta y nos hunde en un poso muy profundo, sin una aparente vía de solución.

Nuestra visión de la depresión muchas veces está enfocada básicamente en la emoción inicial de la tristeza. Pero realmente este enemigo es mucho más complejo, pues es muy frecuente encontrar que tanto los diferentes sentimientos que aparecen como consecuencia de la depresión pueden ser a su vez, la causa que da origen a la misma. Por ejemplo, aparte de la tristeza, otras emociones y sentimientos como el miedo, el rencor, el resentimiento, la culpa, la ansiedad, la rabia, la frustración, la preocupación son detonantes frecuentes que terminan invitándonos a entrar y profundizar en ella.

Es muy frecuente que en el consultorio los pacientes narren las múltiples circunstancias y desventuras de atravesar por el camino de la depresión. Aunque cada caso es particular e individual en función de sus antecedentes y aprendizajes emocionales. No deja de ser cierto que la mayoría de estas sensaciones están presentes en cada uno de ellos. Para poder entender a este enemigo, como en la mayoría de mis textos, daré un breve panorama general de la depresión desde mi perspectiva personal. Dado que no deja de ser cierto que en este tema ya existen miles de estudios y trabajos realizados por autores e investigadores de mucho más nivel.

Pero antes de continuar y para honrar los derechos de autor: Mi esposa, que es psiquiatra, trajo una publicidad de un medicamento antidepresivo, cuyo lema era: “Si el infierno existe… está en el corazón del paciente deprimido” (s/r). De allí, se me ocurrió el título de este texto. De paso, el infierno existe tanto en el mundo espiritual como en el material donde vivimos, no les quepa la menor duda.

A decir verdad, la depresión es uno de los problemas emocionales más habituales de la mayoría de las personas y casi inevitablemente, de la totalidad de los pacientes que acuden a la consulta psicológica. Representa un amplio conjunto de síntomas que trastornan la tranquilidad y la paz de cada persona que la padece. Esta afecta a la totalidad de las áreas y roles de cada individuo (Pareja, familia, ocupacional, social). Pero más profundamente afecta sus relaciones interpersonales, porque este trastorno emocional no solamente afecta a quien lo padece, sino muy particularmente a quienes lo rodean. Dado que muchas veces se apodera de ellos un cansancio y un agotamiento emocional, al ver que poco pueden hacer por la persona deprimida Particularmente si la misma no actúa las acciones necesarias para liberarse de esta emoción que lo domina.

Frente a la depresión, podría asegurarse que ni uno solo de los seres humanos es inmune a ella y a sus consecuencias. Realmente afecta a personas de todas las clases sociales, de todos los países y de todos los entornos culturales e intelectuales, todos los días. Como una definición para entender lo que es, podría utilizar la que nos da la web del Diccionario Oxford el cual señala: “Enfermedad o trastorno mental que se caracteriza por una profunda tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y disminución de las funciones psíquicas.” (Recuperado sep. 2013).

Estoy hablando de una situación real por la que todos atravesamos, lamentablemente, en más de una oportunidad en nuestra vida, y cuya sensación es precisamente la de sentirme oprimido e impotente. En la depresión estoy preso en mis propios pensamientos, emociones y acciones. En vez de enfocarme en las posibles acciones y soluciones para salir de ella, termino hundiéndome más profundamente al encerrarme en mí mismo. Con ella me aíslo de todo lo que me rodea, mientras que en otros casos (en función de cada contexto individual), puedo tomar el camino de la agresión a mí mismo y a mi entorno.

Con certeza, muy frecuentemente el Ser Humano se siente solo en la batalla de su existencia. Los problemas de su vida cotidiana (Pareja, Familia, Laboral, Económico y Social) se les vienen encima, arropándolo. Es casi seguro que al no saber cómo manejarlos se siente impotente, se llena de desesperación y de angustia, se deja vencer por un estado de vulnerabilidad psíquica, emocional y espiritual que le cierra la posibilidad de toda solución. Esto es lo que conocemos como ¡la depresión!

Ciertamente, este sentimiento puede nublarlo todo y hacer que hasta los pequeños problemas parezcan insolubles y abrumadores. Además, muchas de las personas deprimidas son incapaces de ver un futuro de bienestar, normalmente se sienten sin fuerzas para cambiar sus situaciones presentes hacia algo mejor.

La depresión te invita a sentir deseos de darte por vencido, de renunciar, de sentirte incapaz de avanzar. Donde lo peor es que muchos aceptan esa invitación y solamente alcanzan a decir: ‘Paren el mundo que me quiero bajar’, sin comprender ni aceptar que hay muchas alternativas que pueden decidir y actuar, para recuperar la normalidad de sus vidas y de sus circunstancias.

Estamos frente a un conjunto de síntomas que influyen en la totalidad de la persona, primordialmente en su área afectiva y emocional. Aquí el desánimo, el desaliento, la tristeza constante, la irritabilidad, la sensación de impotencia invaden igualmente las demás actividades. Igualmente bloquea otras áreas como la producción, el trabajo, el estudio, la voluntad y la actitud personal, desbordando nuestra capacidad de pensamiento. Incluso, las áreas de nuestra salud física, en cualquiera de las muchas posibles manifestaciones de enfermedades y dolores físicos.

De igual manera la frustración que acompaña a la depresión nos limita en nuestro deseo y capacidad de disfrutar de nuestras actividades y de las personas, la desmotivación general nos hace perder el interés incluso por las cosas que nos gustan, nos sumerge en una sensación donde percibimos que el tiempo se estanca a nuestro alrededor, en la cual muchos terminan con la sensación donde ya no les quedan lágrimas para continuar llorando. Así es este enemigo emocional que nos acompaña en ciertos fragmentos de nuestra vida.

La realidad es que la depresión es un desorden mental que afecta a las personas integralmente (recuerda que la mente controla al cuerpo). Afecta sus pensamientos, sentimientos y acciones. Su origen es multifactorial, es decir que, son muchas las causas que lo provocan. Se pueden destacar factores desencadenantes tales como el estrés, múltiples sentimientos ‘negativos’ (detallados más adelante); elaboración inadecuada de un duelo (no importa la causa de la pérdida) como decepciones amorosas de la pareja, la muerte de algún ser querido; en otros casos se incluye el consumo de determinadas sustancias (legales o no); factores de condicionamiento educativo modelados por las figuras parentales, las cuales dan un permiso o invitan, a actuar la depresión como una solución viable ante los problemas de la vida.

También, según determinados autores existen causas de predisposición como la genética (aunque yo no estoy muy de acuerdo con esto, por eso no voy a ahondar en este aspecto). Otros autores creen que la causa número uno de la depresión es la culpabilidad no resuelta. A menudo esta culpabilidad puede generar muchas conductas no deseadas que actúan en contra de la persona misma, buscando un castigo para sí misma. Objetivamente hablando, la depresión está aprendida y modelada potencialmente en todo ser humano. Se gesta y da a luz desde las profundidades de sus sentimientos, además cuando las condiciones de la cotidianidad parecen insuperables, hunde a la persona en su sensación de impotencia e infelicidad.

Como enfermedad emocional y espiritual afecta toda nuestra personalidad y frecuentemente se puede manifestar en trastornos somáticos de carácter orgánico, los cuales involucran potencialmente todo nuestro cuerpo. Cada ser humano en su depresión escoge (inconscientemente unas veces, otras muy consientes) de que enfermarse, desde una gripe hasta la misma muerte (suicidio).

Independientemente que sus causas sean conocidas o desconocidas, todos nosotros tenemos días cuando nos sentimos tristes, desanimados, aburridos o derrumbados. Podríamos llamar a estas sensaciones una forma suave de depresión, aunque quizás un mejor término pudiera involucrar a la melancolía o incluso a la desilusión. Todo ello pudiera considerarse normal, hasta incluso desde un punto de vista positivo como sano. Dado que estos sentimientos me invitan a un proceso de reflexión para saber qué está pasando en mi vida. Además, con ello pudiese llegar a tomar decisiones adecuadas de cambio positivo para mí y para mi entorno.

La verdad es que, desde el punto de vista de la realidad humana, no podemos esperar vivir en este mundo sin desánimo y tristezas ocasionales, ello sería completamente poco realista y en algunos extremos rayaría en lo maníaco o psicopático. Por el contrario, lo que ocurre más frecuentemente es que muchas personas simplemente no se dan cuenta de que están deprimidos, ni saben que la depresión les puede provocar muchos problemas y mucho dolor. Algunas veces, incluso las personas deprimidas no se toman su enfermedad con la debida seriedad y responsabilidad.

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Referencias: 

Berne, E. (1974) ¿Qué dice Usted después de decir Hola? España: Ediciones Grijalbo

Diccionario Oxford. https://www.lexico.com/es/definicion/depresion. (Recuperado sep. 2013).

Frankl, V. (1979) El hombre en busca de sentido. España: Herder Editorial

Gilley Gary E. Recuperado 02 sep. 2013 de: http://evangelio.wordpress.com/2009/01/08/una-

mirada-a-la-depresin-a-travs-de-los-lentes-de-la-escritura/)

Perls, F. (1994) El enfoque Gestáltico. Cuatro vientos Editorial

Tyndale House Foundation. (2010). Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente. USA