sábado, 25 de agosto de 2012

BASES DE LA PAREJA


BASES DE LA PAREJA
Por: José Rafael Olivieri
 
Podría hablarse que desde el comienzo mismo de la raza humana, en su necesidad de establecer vínculos con sus semejantes, uno de los más fundamentales ha sido el de establecer relaciones interpersonales signadas por el afecto, particularmente en este caso concreto, el amor de pareja, que, de todas las posibles relaciones que llevan este sello, la relación marital es quizás la más importante, para una gran mayoría de seres humanos. Sin embargo, al parecer, no deja de ser cierto que este tipo de relación entre él y ella, por una multitud de situaciones tanto de índole personal como social, cultural, histórica y de género, termina siendo a la vez paradójica, pues parece ser que, simultáneamente es la que más satisfacciones produce a la pareja, como es a la vez, la que igualmente más conflictos, tanto intra como interindividual, proporciona. Como señala Gray (1992) “crear una relación afectuosa puede presentar a veces cierto número de escollos. Los problemas son inevitables, Pero estos problemas pueden ser o bien fuentes de resentimiento y rechazo o bien oportunidades para profundizar una relación íntima e intensificar el amor, el cuidado y la confianza” (p.21). Más aún, en palabras de Martínez, J.M. (2006) “la relación de pareja es la resultante de un equilibrio de fuerzas antagónicas. Unas que tienden a unir a los miembros de la relación, a las que llamo fuerzas de cohesión, y otras, que impulsan su separación: las fuerzas de disociación” (p.79).
 
De esta forma, ambos elementos: satisfacción y conflicto (cohesión y disociación), están permanente presentes en toda relación de pareja, desde su inicio, ya sea marital o no. Pues en la relación diádica dichos elementos influyen directa y constantemente en el mencionado equilibrio de la pareja, lo que llevaría a un adecuado ajuste marital (acoplarse el uno al otro). Lo importante de este ajuste es que no sólo es de la pareja como tal, sino que impacta en forma individual a cada miembro de la pareja, pues ambos participantes de la díada, dadas sus características personales, en su totalidad, tendrán sus propias expectativas y pautas de referencia, con relación a su sensación y percepción del ajuste o no con su pareja.   Por ello, el manejo tanto de la satisfacción como del conflicto, debe formar parte importante del proceso de ajuste marital en la pareja, pues es deseable que en la misma exista la promesa de compartir el mundo bajo una premisa de crecimiento, unidad y cambio continuos, y de allí, ha de surgir la necesidad de un proceso de ajuste marital, igualmente continuo durante todas las etapas de la pareja.
 
            En este sentido, muchos son los elementos que se encuentran involucrados en el proceso del ajuste marital, los cuales, como se indicó, abarcan por igual tanto a cada miembro de la díada, como a la relación marital como unidad (1 + 1 = 1). Tales elementos, en lo que respecta a los aspectos individuales de cada uno por separado, incluyen igualmente para ambos, entre otras, las características propias de crianza, socialización, educación, sistema de creencias, capacidades cognitivas, emocionales y psicológicas de cada uno, es decir, cada miembro de la relación, tiene su propia historia personal, y que a su vez, han servido para constituirla como la persona que actualmente es. En este sentido, cada uno de ellos es una persona completa, integrada, que aportará a la relación de su propia experiencia de vida y lo compartirá con el otro (sea para bien o para mal).
 
            De igual manera, así como son importantes los aspectos individuales de cada miembro, igualmente lo es la unidad que forman como pareja, y que al margen, de estar o no, legalmente constituidos en un matrimonio, deberán transitar juntos por un tiempo indefinido (preferiblemente permanente), de la forma más armónica posible, para que así puedan constituirse en la pareja o en el matrimonio que, en principio, ambos anhelan. De forma tal que, para lograr un adecuado proceso de ajuste marital en la pareja, será necesario considerar también un aspecto importante, el cual puede englobarse como ‘información adecuada’ tanto de, como sobre y para la pareja. Comunicación que indudablemente debe estar marcada por la honestidad mutua, donde incluso se permite “obviar cierta información” si con ello se evita un daño a la pareja. No hablo de mentir para tapar un error que me pertenece, sino de proteger a mi pareja de información que no necesita y, que de tenerla, solamente causaría más daño que lo pudiese solucionar. Es una delgada línea que muchas veces puede ser mal interpretada y, causar más problemas de los que se quieren evitar, pero igualmente es parte de este proceso de ajuste. Por eso, tratándose de un proceso adaptativo, es requisito, altamente recomendable, la inclusión de los diversos aspectos de relevancia relacionados con la comunicación, elemento sin comparación en el arte de negociar de la pareja, no sólo como medio diario de compartir, sino, por demás crítico en la búsqueda de soluciones frente a los conflictos, que inevitablemente, surgen en toda relación, y mucho más en la relación marital.
 
En la estructuración de una base para la pareja es necesario considerar los tópicos relacionados con las individualidades, semejanzas y diferencias entre Él y Ella, como dos visiones del mundo que necesitan acoplarse a través de la comprensión mutua del uno para con el otro. Los aspectos propios de la pareja, un vínculo anhelado por una gran mayoría de seres humanos, que como señala Fromm (1982) sienten que “La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad” (p.20).
 

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Referencias

Fromm, E. (1982). El arte de amar. España: Ediciones Paidos.

Gray,  J.  (1992).  Los  hombres  son  de  Marte,  las  mujeres  son  de  Venus.  NY,  
USA: HarperCollins Publishers Inc.
 
Martínez, J.M. (2006). Amores que duran… y duran... y duran. México: Editorial Pax.

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