martes, 3 de enero de 2012

El Pastor

EL PASTOR
(Oí este cuento en un programa en la radio, y lo adapté para compartirlo con todos ustedes. J. Rafael Olivieri)

 Un grupo de amigos estaban reunidos en ocasión de celebrar, el éxito de una obra de teatro cristiana que acababan de presentar.

Por supuesto, entre ellos estaba el actor principal de la obra, quien había realizado el anhelado papel de Cristo, y en el cual tenía mucha experiencia, aparte de una excelente calidad en su desempeño actoral. También estaban los otros actores y un nutrido grupo de amigos e invitados, entre los cuales se encontraba un viejo predicador.

Por una de esas “casualidades” del Señor, la conversación giró en torno a la Biblia, después en los salmos y finalmente llegaron al Salmo 23.

Fue entonces, cuando uno de los presentes, sugirió la idea de que el actor principal recitara dicho salmo a todos ellos.  Él acepto, con la condición de que una vez que hubiese terminado, el viejo predicador también debería recitar el salmo 23, lo cual el predicador igualmente aceptó.

El actor se preparó… saco su mejor arsenal actoral… su mejor voz… sus mejores gestos…

La concurrencia estaba a la expectativa… atenta… Todos estaban concentrados en tan excelente y maravillosa oportunidad de ver en vivo esta interpretación…

Y el actor comenzó…

SALMO 23
Jehová es mi pastor
Salmo de David.
1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará.
3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Hubo una explosión de aplausos… de felicitaciones… de ovaciones, todos estaban de acuerdo que era la mejor representación del salmo 23 que nunca antes habían visto…

Una vez calmada tal euforia, le pidieron al viejo predicador que recitara el salmo.

Él tomo su lugar… hizo una pausa… miró a la concurrencia… Todos estaban igualmente atentos y a la expectativa. Y comenzó…

Cuando hubo terminado…
Había un profundo y reverente silencio en todo el lugar…
Se veían correr lágrimas por las mejillas…
Sus corazones habían sido tocados por el amor… la misericordia…
Sentían que habían sidos abrazados por Dios personalmente…
En el silencio se podía sentir la alabanza y la presencia del Espíritu Santo…

Al finalizar la reunión, le preguntaron al actor principal, como era posible aquella diferencia, entre ambas interpretaciones, de un mismo salmo.

A lo que el actor respondió:

Yo conozco el Salmo…
Pero, el viejo predicador conoce
AL PASTOR.


Te invito a que tú también lo conozcas…